Audi SQ2 (2019) | Impresiones de conducción
El Audi SQ2 está hecho para ir rápido sin reprimirse. Como un Audi S3, es un coche que lo pone muy fácil a la hora de atacar las curvas y que no presenta dificultades que superar más allá de aguantar la presión de las fuerzas de aceleración (laterales y longitudinales) y de sostener el giro de volante en la dirección a donde se quiere ir.
Es muy veloz, eficaz y algo falto de encanto para aquellos que busquen un deportivo de reacciones vivas. El sistema de tracción total es de tipo conectable automáticamente y, en condiciones normales de circulación, las ruedas delanteras reciben toda o casi toda la fuerza del motor. La gestión que hace del reparto de par es magnífica y pisar a fondo el acelerador en pleno apoyo supone únicamente avanzar hacia la salida de la curva. No hay rastro de pérdidas de tracción y el subviraje es pequeño. Se puede conseguir el deslizamiento del eje trasero soltando de golpe el acelerador con el coche en apoyo, pero el derrape que se logra es minúsculo (aplicando gas es imposible).
La carrocería se balancea muy poco en las curvas y la estabilidad con la que llega al apoyo transmite confianza. El tacto de la dirección es directo y solo hay dos vueltas de volante entre topes, por lo que los giros cerrados y los cambios de trayectoria se hacen con poco movimiento de volante.
Tener una dirección directa y una respuesta rápida y no brusca son cualidades positivas de cara a obtener un buen resultado en la maniobra de esquiva. El SQ2 lo obtuvo desde el punto de vista de la seguridad. En esta prueba, el control de estabilidad actuó con menos contundencia que en el Q2 1.4 TFSI 150 CV que probamos en 2017 (vídeo) y el vehículo llegó con más velocidad y subviraje a la salida del segundo tramo de conos, lo que dificultó la entrada limpia en el tramo final. Superamos la prueba a una velocidad de 75 km/h, dos más que con el citado Q2.
La suspensión es de dureza fija y tiene un ajuste firme. Los amortiguadores presentan más resistencia a la compresión que los de cualquier otro Q2 y los baches llegan con mayor nitidez al habitáculo. Hay una pérdida de confort notable, pero se mantiene en un nivel más que aceptable. En compensación, en curva y a ritmo deportivo, se siente más preciso.
La respuesta del motor al acelerador no es inmediata. Hay una pequeña demora, pero una vez reacciona, empuja con mucha contundencia hasta el corte de inyección. En ninguno de los modos de conducción —ni siquiera en dynamic, el más deportivo— el sonido del motor es particularmente bonito o excitante. Tampoco el escape hace un ruido de petardeo cuando se sube o baja de marcha.
Según nuestras mediciones, tarda 3,3 segundos en acelerar de 80 a 120 km/h. El Audi S3 3p que probamos en 2014 —tiene el mismo motor turbo de gasolina, con exactamente la misma potencia que el SQ2; en la actualidad el S3 no está disponible con carrocería de 3 puertas— fue una décima más rápido en esa medición. Según las correspondientes fichas técnicas, el SQ2 es 95 kilogramos más pesado (ficha técnica comparativa).
El equipo de frenos está compuesto por discos delanteros de 340 milímetros de diámetro y traseros de 310. Las pinzas son flotantes y con un pistón, tanto en el eje delantero como en el trasero. Hemos medido una distancia de detención de 51,7 metros desde 120 km/h, un buen valor. Es muy parecido al que obtuvimos con un Q2 1.4 TSI de 150 CV (51,4 m) y mejor que el del Audi S3 3p citado en el anterior párrafo, con el que nos hizo falta 53,7 metros. Los frenos no pierden mucha eficacia por calentamiento cuando se hace una conducción deportiva.
La caja de cambios S tronic de doble embrague hace bien su trabajo casi siempre, se vaya rápido o a ritmo normal. En ocasiones da algún tirón brusco cuando se le exige que baje de golpe varias marchas, pero su funcionamiento en términos generales es muy bueno. Las levas de plástico que hay tras el volante (imagen) permiten hacer una selección manual, aunque este modo de manejo tiene sus limitaciones y no es posible hacer reducción que dejen las revoluciones muy cerca del límite del corte de inyección, ni mantener el motor en ese punto sin que el cambio suba automáticamente a la siguiente marcha.
El sistema Start/Stop puede parar el motor por debajo de 7 km/h, aunque no siempre lo hace. Funciona con una rapidez normal y, al menos en mi opinión, no molesta para circular con fluidez por ciudad. Al seleccionar el modo de conducción efficiency, la caja de cambios inserta el punto muerto cuando se circula sin pisar ninguno de los pedales. Con ello se elimina la retención del motor y el coche puede avanzar más distancia por efecto de la inercia.
En modo efficiency, el Audi SQ2 que hemos probado consumió 8,9 l/100 km en nuestro recorrido de referencia —un trayecto de ida y vuelta de 144 kilómetros por una autopista que atraviesa un puerto de montaña y que realizamos a una media de 120 km/h—. Es 1,6 l/100 km más que lo que gastó un Q2 1.4 TFSI de 150 CV y una décima menos de lo que fue necesario con un Audi S3 3p. En el depósito de carburante caben 55 litros, que dan para recorrer un poco más de 600 kilómetros a una media de 9,0 l/100 km.
Si las cualidades todoterreno del Audi Q2 son malas, las del SQ2 son aún peores porque la carrocería está más cerca del suelo. Es un vehículo que puede circular por pistas no asfaltadas que estén en buen estado, como lo puede hacer un Audi A3 o cualquier otro turismo convencional con un sistema de tracción a las cuatro ruedas.