Citroën C2 (2003) | Impresiones del interior
Entre los coches menores de 3,7 m de longitud, los hay con una altura grande, mucho espacio interior y carrocería de cinco puertas (el Fiat Panda, el Mercedes Clase A o el Opel Agila, por ejemplo), o bien con tres puertas, un puesto de conducción semejante al de un turismo, menos espacio y —generalmente— suspensiones más duras. En este segundo grupo están coches como el Ford Ka, el Peugeot 106 el Mini y —ahora— el Citroën C2.
La particularidad del C2 es que con una carrocería baja y un planteamiento de coche más deportivo, tiene asientos traseros individuales, al estilo de los monovolúmenes. Aparte de esa posibilidad, los asientos posteriores del C2 tienen ajuste longitudinal (sobre unas guías) para distribuir el espacio entre los pasajeros de las plazas traseras y el maletero. En la posición más retrasada del asiento, el maletero del C2 mide 193 l; no es jucho, pero sí más de lo que tiene coches como el Ford Ka (186 l), el Renault Twingo (168 l, también con asiento corredizo) el Mini (150 l) o el Volkswagen Lupo (130 l).
A partir de esos 193 l, el maletero del C2 se puede ampliar a base de restar espacio para las piernas en los asientos traseros. Los asientos traseros se pueden mover desde el maletero o desde las plazas traseras.
Con una o dos personas a bordo y sin equipaje, el C2 resulta muy cómodo. El asiento del conductor se puede situar muy bajo, tiene una banqueta larga (sin ajuste de inclinación) y un recorrido de 5 centímetros de altura. También el volante se mueve longitudinalmente y en altura, por lo que se puede utilizar mucho espacio longitudinal para el conductor. La palanca de cambios está situada en una posición baja, queda muy bien si también se colocan asiento y el volante en una posición baja.
El salpicadero del C2 tiene mejor aspecto que el del C3. Sobre todo se gana en el aspecto de los materiales que recubren la parte alta de las puertas. En la zona superior del salpicadero se mantiene el mismo material que en el C3, con un ajuste quizá algo mejor en las unidades que probé.
En la parte inferior del salpicadero también es el mismo plástico en los dos coches y con la misma textura, de color negro en el C2. Sólo por la diferencia de color la impresión mejora notablemente. El negro disimula las holguras en los encajes entre los diferentes componentes de plástico por lo que gana en todo. Si se acerca la vista y se pasa la mano, se siguen notando algunas rebabas poco pulidas y piezas mal ajustadas pero, a diferencia del C3, en el C2 hay que fijarse para verlo.
En lo que no hay que hacer nada para fijarse es en la mejora de calidad de los materiales utilizados para las puertas. Un plástico traslúcido recubre el tirador, unos tapizados de colores, a gusto del consumidor y a juego con los asientos, otorgan un aspecto de calidad desenfadado y vistoso.
El equipamiento disponible es abundante para en un coche de este tamaño: control de estabilidad, climatizador, regulador de velocidad con mandos en el volante, luces automáticas, ordenador o ayuda en aparcamiento. En cambio, el cierre centralizado no incluye el tapón de combustible, que hay que abrirlo directamente con la llave.