Citroën C4 (2011) | Impresiones de conducción
El Citroën C4 es un coche estable, con un nivel de seguridad elevado y cómodo. Hemos probado con mayor detenimiento la versión Diesel de 112 caballos (que ya no está disponible) y gasolina THP de 156 caballos. Al margen de la capacidad de aceleración de cada uno (mucho mayor en el más potente), no hemos observado grandes diferencias de reacciones (es decir, lo que hace el coche en curvas o rectas). Otros fabricantes ponen a sus variantes más potentes de gama una amortiguación dura o unos ajustes de la suspensión para que tengan un tacto de conducción distinto que las versiones menos potentes: no parece el caso del C4 1.6 THP 156.
La suspensión es más bien blanda, lo que no es obstáculo para que el C4 reaccione bien en condiciones adversas. De hecho, nos parece que el C4 es todo lo seguro que suelen serlo los coches modernos de este tipo y eso quiere decir que responde bien incluso cuando el conductor comete un error grande de apreciación (obviamente hasta cierto punto) o hay un imprevisto que obliga a mover el volante con brusquedad: el C4 no se descoloca con facilidad.
Un efecto positivo del ajuste blando de la suspensión es que hace del C4 un coche cómodo porque absorbe bien los baches, llegando atenuados al interior y sin transmitir golpes secos a los ocupantes. Un efecto secundario de la suspensión blanda es que la carrocería puede tener muchos movientes amplios, sobre todo de cabeceo al circular por carreteras con firme ondulado y de balanceo en curvas. Aunque su carrocería se puede mover mucho, lo cierto es que el C4 puede cambiar de trayectoria con relativa facilidad y dista de ser un coche torpe en carreteras con muchas curvas, aunque no es tan ágil como un Ford Focus o un SEAT León.
Si se conduce a ritmo rápido, tarda más en apoyarse en las curvas que esos modelos (es decir, hay un intervalo mayor que en otros coches desde que se mueve el volante, hasta que el coche se apoya con rotundidad). Una vez que lo hace nos parece que su respuesta es muy satisfactoria porque tiene buena adherencia, al menos con los ruedas Michelin Primacy HP 225/45 R17 91V que es como lo hemos probado. De momento no hemos probado un C4 con ruedas más pequeñas.
En carreteras rápidas con muchas rectas también es satisfactorio porque tiene facilidad para mantener la trayectoria aunque el piso esté en mal estado.
Tiene una dirección muy asistida y puede parecer que tiene un tacto un poco artificial. Requiere un tiempo de adaptación pero, una vez acostumbrados, permite guiar al coche con precisión.
Los frenos del C4 son capaces de detenerlo en poco espacio y tienen una resistencia normal al uso intensivo. Curiosamente, la versión THP de 156 CV —que tiene unos discos de freno con mayor diámetro— ha frenado desde 120 km/h hasta 0 en 2,5 metros más espacio que la versión HDI de 112 CV. En ambos casos las ruedas son iguales, el peso del vehículo muy parecido (ficha técnica comparativa) y el piso estaba seco. No sabemos las causas exactas de esta diferencia: aunque las pruebas se hicieron exactamente en el mismo lugar, las condiciones de temperatura y, probablemente de humedad, eran distintas.
Desde el punto de vista del conductor, la visibilidad es buena en todas las direcciones salvo en tres cuartos traseros porque el montante que hay entre la luna y las ventanillas es muy grueso y por esa razón se ve poco saliendo de aparcamientos en batería.
No hemos probado la iluminación exterior de serie (de lámpara halógena), pero los faros de xenón dobles son recomendables. Tienen un buen haz de luz y los faros giran con el volante, lo que ayuda a trazar las curvas en carreras sin iluminar. Además, tienen alumbrado lateral. En maniobras hasta una velocidad de 40 km/h, al girar el volante o al accionar el intermitente, el faro antiniebla del lado hacía el que se gira se enciende para alumbrar bien hacía donde vamos a girar, algo que resulta especialmente útil en cruces.
1.6 HDi 110 (112 CV)
La versión Diesel de 112 CV (que fue sustituida por una versión de este mismo motor pero con 114 CV) es suave y hace poco ruido incluso cuando está funcionando en frío. Según nuestras mediciones, su capacidad de aceleración es corriente para un coche de su potencia, eso quiere decir que es suficiente para circular por carreteras fáciles, mientras que en condiciones más difíciles, (por ejemplo si hay que adelantar en poco espacio en una carretera de doble sentido), hay que comenzar a acelerar con intensidad antes de cambiarse de carril para completar la maniobra en poco tiempo. Estas mediciones corresponden a una unidad con cambio automático «CMP».
Su consumo también está dentro de lo normal, pero no es especialmente bajo. En nuestro recorrido de referencia, por una autovía con importantes desniveles, en un recorrido de ida y vuelta en total de 143 km y a una media real de 121 km/h, gastó 6,3 l/100 km. No es un consumo bajo para un coche de este tipo; en las mismas circunstancias un Volkswagen Golf TDI 105 CV necesitó 5,9 l/100 km.
En ese recorrido (que se hace casi todo en la marcha más larga), la influencia en el consumo del tipo de cambio debe ser despreciable; los desarrollos de transmisión de la última marcha son prácticamente idénticos en los C4 HDI 110 CV de cambio manual como en los automáticos «CMP».
El C4 Diesel con cambio automático viene en combinación con un sistema de arranque y parada automática del motor durante las detenciones (ese es uno de los motivos por los que consume menos que la misma variante de cambio manual) y su funcionamiento es mejorable. Falla porque detiene el motor nada más arrancarlo en frío (en particular, en nuestra unidad, después de pasar el coche parado mucho tiempo a una temperatura próxima a 0ºC). Ese funcionamiento retrasa el comienzo de funcionamiento de la calefacción y se contradice con lo que pone en el manual de usuario: «La parada automática del motor no se activa cuando el mantenimiento del confort término del habitáculo lo requiere».
1.6 THP 156 CV
La versión 1.6 THP de 156 CV, que está turboalimentada, únicamente está disponible con el cambio automático «CMP», cuyo funcionamiento desluce el excelente rendimiento del motor.
Con este motor se distingue por su gran suavidad de funcionamiento. Tiene un margen de utilización amplio: desde poco más de 2.500 vueltas hasta 7.000 vueltas tiene una buena respuesta al acelerador y sube de régimen con fuerza, dando una gran aceleración. Además es muy silencioso incluso a un régimen alto.
Como otros coches con motores turboalimentados, puede dar una aceleración muy grande y, además, recuperar velocidad rápidamente en marchas largas. Según nuestras mediciones, tiene una capacidad de aceleración mayor que la de otros coches turboalimentados, como un Renault Mégane TCE de 131 CV o un Fiat Bravo 1.4 MultiAir de 140 CV (que ya no está a la venta), algo normal dado que su potencia también es algo mayor. Como ocurre normalmente, los coches con motores turboalimentados son más rápidos que los que no lo tienen: nuestro C4 THP 156 CV ha sido claramente más rápido que un BMW 120i de 170 CV (de la generación anterior).
Con el Citroën C4 THP de 156 CV se puede conseguir un consumo medio bajo siempre que se circule a un velocidad más o menos contante y que no se tengan que realizar muchos cambios de marcha. En nuestro recorrido de consumo de referencia: 143 km por una autovía con muchos desniveles a una velocidad media real de 122 km/h, gasto 7,8 l/100 km reales. Es un consumo moderado, pero no bajo: en el mismo recorrido, un Bravo 1.4 MultiAir gastó 7,3 l/100 km.
Si se conduce a un ritmo poco constante o por una carretera con muchas pendientes en la que sea necesario realizar cambios de marcha frecuentes para mantener el ritmo o en ciudad, el consumo sube por encima de 10 l/100 km con bastante facilidad.
Funcionamiento del cambio «CMP»
El funcionamiento del cambio «CMP» se ha quedado muy atrasado en comparación el «DSG» que usa Volkswagen o el «PowerShift» de Ford, ya que realiza los cambios de marcha con mucha lentitud. Esa lentitud resulta incómoda porque entre marcha y marcha la carrocería experimenta una especie de oscilación o movimiento de cabeceo.
Sin embargo, lo más negativo de este cambio se da cuando hay que conducir a una velocidad muy baja. Por ejemplo, en tráfico muy denso tiene tendencia a dar tirones si hay que pisar ligeramente el acelerador o frenar para circular al ritmo del resto de los coches. Además, es complicado aparcar en un sitio muy ajustado, ya que es muy difícil conseguir con precisión que el coche se mueva muy despacio y en la medida que es necesario (normalmente se mueve más de lo oportuno y de forma poco controlada). Este hecho se vuelve más incómodo si la maniobra se hace marcha atrás y en una pendiente.
Además, conviene anticipar ciertas maniobras que deben realizarse con agilidad, como un adelantamiento. Para ello, conviene reducir todas las marchas que sean posibles mediante las palancas que hay tras el volante. Por ejemplo, si en vez de reducir manualmente pisamos a fondo el acelerador para que el cambio baje las marchas que considere, durante unos valiosos segundos el coche se queda sin impulsión hasta que empieza a ganar velocidad, un tiempo que puede ser determinante para poder hacer un adelantamiento en poco espacio con la suficiente seguridad.
La palanca que tiene este cambio automático es muy pequeña, apenas ocupa espacio en la consola del C4 y curiosamente no tiene posición «P». Aunque se mueve libremente cuando el motor está parado, sólo se puede arrancar si está colocada en posición «N». Tampoco tiene una posición para elegir marchas de forma manual: sólo se pueden seleccionar con las palancas que hay detrás del volante.
2.0 HDi 150
A continuación están las impresiones de conducción de Javier Moltó durante la presentación internacional de este modelo:
Lo que menos me ha gustado del C4 Diesel de 150 caballos de potencia, con el cambio manual, es el funcionamiento de la palanca de cambios y su posición. Ligeramente retrasada, la sexta queda muy lejos del conductor y los recorridos de la palanca son largos. No suena ni vibra apreciablemente más que el de gasolina de 156 CV y entrega la potencia de una forma todavía más satisfactoria. La impresión que he tenido es que el paso por curva es muy similar con el motor de gasolina y con el Diesel. El Citroën C4 (al menos con el motor Diesel de 112 CV) tiene una dirección muy asistida y puede parecer que tiene un tacto un poco artificial. Al principio requiere un tiempo de adaptación pero, una vez acostumbrados, permite guiar el coche con precisión.