DS 4 (2015) | Impresiones de conducción
En 2011 probábamos el Citroën DS4 THP 200 de 200 CV —este modelo es prácticamente idéntico al DS 4 THP 200 salvo por su denominación comercial—. Ahora he conducido el DS 4 BlueHDi 120, con motor Diesel de 120 CV.
Lo primero que me ha llamado la atención ha sido que DS ha hecho hincapié en que el consumo y sobre todo la sonoridad han mejorado. No he podido conducir la versión a la que sustituye, el 1.6 HDi de 115 CV, pero si afirman que ha mejorado en sonoridad, ésta debía de ser notablemente ruidosa, puesto que el BlueHDi 120 solo lo puedo calificar de agradable en cuanto vibraciones —por su ausencia—, pero no en cuanto a ruido filtrado al habitáculo.
El motor se deja notar en forma de ruido áspero a partir de 2500 rpm, y por encima de 3000 rpm no parece encontrarse especialmente cómodo. De un total de casi 150 kilómetros recorridos, más de 100 fueron por carretera de doble sentido, con curvas cerradas pero con pocas pendientes pronunciadas. En este terreno el DS 4 es un coche agradable y cómodo de llevar, con potencia suficiente para hacer adelantamientos en carretera sin apuros, pero sin el desahogo de saber que hay una reserva de potencia. Las condiciones de este trayecto han sido depósito lleno, conductor y acompañante y sin equipaje.
Las prestaciones no las considero brillantes. Un BMW 116d 5p de 115 CV da en todo momento sensación de mayor potencia en cualquier maniobra de aceleración —ficha comparativa—. Los desarrollos son más cortos, y sin embargo da menos aceleración.
Circulando a 120 km/h en sexta, el motor gira a 2000 rpm. En estas condiciones es capaz de recuperar velocidad sin necesidad de reducir marchas con relativa solvencia. Si apuramos las marchas, superadas las 3500 rpm el motor pierde mucha contundencia y da la sensación de estar forzándolo.
DS ha incorporado al 4 BlueHDi 120 la función Start&Stop, que solo apaga el motor cuando el coche está completamente parado y lo arranca con suavidad y sin vibraciones.
El coche transmite en todo momento seguridad. La dirección, de asistencia electrohidráulica, no peca de la habitual falta de comunicación de las direcciones puramente eléctricas actuales. No se tiene sensación de suma precisión, pero sí da la información conveniente para saber en todo momento cuánta adherencia tienen los neumáticos. Además la carrocería apenas balancea, detalle que se agradece teniendo en cuenta la elevación extra con respecto a un Citroën C4, modelo del que deriva.
Aplicando los frenos a fondo en una recta despejada, la trayectoria se mantiene completamente recta, aún a pesar de que el suelo estaba parcialmente húmedo. El DS 4 mantiene la estabilidad lineal adecuada y la sensación de frenada es intensa, aunque no hemos podido medir su eficacia.
Circulando por autovía se puede mantener un crucero algo elevado con confort acústico. El viento lateral apenas le afecta a la salida de túneles o en adelantamientos, pese a que el día en que pude probarlo las condiciones eran de fuerte viento lateral. Es un coche que por calidad de rodadura parece estar un punto por encima de muchos automóviles equivalentes, acercándose al nivel que puede ofrecer un Volkswagen Passat.
Habiendo preguntado a los responsables de la marca durante la prueba, nos comentan que el DS 4 no se beneficiará de la función «Active City Brake» —activa los frenos en caso de impacto inminente con el vehículo de delante por debajo de 30 km/h— que sí se incorpora en el modelo inferior DS 3, al no considerarlo la marca un vehículo destinado a uso urbano.