Honda Jazz (2018) | Impresiones del interior
Encajar al Jazz entre sus competidores es difícil. Tiene el tamaño y el manejo de un turismo pequeño, como un Citröen C3, un Hyundai i20 Active o un SEAT Ibiza, pero la forma de la carrocería y el planteamiento es más cercano al de un Hyundai ix20 o un Ford B-Max, que son monovolúmenes pequeños.
El puesto de conducción es correcto en cuanto a la postura. El volante es regulable longitudinal y verticalmente. Los asientos sólo permiten una regulación básica: altura y distancia de la banqueta e inclinación del respaldo. No permiten regular la inclinación de la banqueta ni el apoyo lumbar, dos detalles que se agradecerían mucho porque dan muy poca sujeción en las curvas, y el coche permite (e incita, en cierto modo) una conducción muy viva y divertida. La visibilidad es buena hacia adelante, aunque el pilar delantero es grueso y resta una superficie de visión considerablemente grande. Hacia los lados y hacia atrás es correcta, aunque es fácil tomarle la medida en ciudad porque las ruedas están cerca de las esquinas y la maniobrabilidad es excelente (en las impresiones de conducción está mejor descrito).
El habitáculo del Jazz da una sensación de amplitud muy buena, infrecuente en muchos coches actuales de su tamaño e incluso más grandes. Esto se debe a que el salpicadero roba poco espacio frente a los pasajeros delanteros, a que la consola central es baja y poco voluminosa, por lo que deja mucha libertad para mover los brazos a ambos ocupantes, y a que las plazas traseras gozan de un espacio excepcional para las piernas.
Esta última es la mejor cota que tiene el Jazz, 77 centímetros entre los respaldos delanteros y traseros, según nuestras mediciones. Son cinco centímetros más de lo que hay en un Ford B-Max, ocho centímetros más que en un Hyundai ix20 y tres más que en un KIA Soul. La anchura a nivel de hombros es normal, en la media de sus competidores, con 139 cm delante y 133 cm detrás. En todo caso, es un habitáculo apto para que cuatro ocupantes viajen holgadamente. Los de atrás, además, disponen de respaldo reclinable en dos partes (imagen; un tercio y dos tercios, igual que la función de abatimiento).
Un quinto pasajero sufrirá de estrechez en la plaza central trasera y también de contar con una banqueta más corta e incómoda, aunque las tres plazas tienen reposacabezas regulables y el túnel central roba muy poco espacio para los pies (imagen). Tanto las puertas delanteras como las traseras dejan un hueco amplio que facilita el acceso sin necesidad de torcer el cuello (al menos, a personas de hasta 1,85 m de estatura). Las banquetas delanteras están a la misma altura respecto al suelo que en un SEAT Ibiza, 57 cm, cinco centímetros menos que en un Citröen C3, 62 cm. Las traseras, a 61 cm, dos menos que en el C3. Esto puede ser un pequeño inconveniente para quien tenga cierta dificultad para agacharse o para colocar una silla infantil en los asientos traseros, porque no es la altura habitual de un monovolumen.
En el Jazz la presentación y los acabados son correctos. No hay lujos, ni florituras o grandes concesiones al diseño, como en el C3, sino más bien a la practicidad. Los únicos adornos visibles con el nivel de equipamiento Dynamic son las costuras de color rojo en los asientos, en el volante (imagen) y el reposabrazos central delantero (imagen), cuya utilidad es mínima porque queda bajo y retrasado para un conductor de estatura normal (en torno a 1,75 m). Los plásticos del salpicadero son duros, texturizados, aunque tienen un acabado mate que, al menos, transmite impresión de ser bueno. Los ajustes entre todas las piezas son sólidos y, prueba de ello, es que durante la marcha no se perciben crujidos.
Honda ha dispuesto un buen surtido de huecos por el interior, varios de ellos con forma de portabebidas. Hay dos en la consola central, por delante de la palanca de cambios, con un tercer espacio por detrás para depositar una cartera o un dispositivo móvil (imagen; no puede tener una superficie de recarga inalámbrica, como sí puede tenerlo un SEAT Ibiza), y un tercero bajo la salida de ventilación izquierda, que tiene una portezuela retráctil para dar cabida a recipientes de diferentes diámetros (aunque en esta imagen no se aprecia esta función). El resto de huecos son los habituales de las puertas, de tamaño mediano tanto en las delanteras (imagen) como en las traseras (imagen), y sin un recubrimiento de goma o tela que prevenga del golpeteo de objetos duros.
En la zona de la palanca del freno de mano sólo están situados los botones de la calefacción para los asientos delanteros (imagen), por detrás está la guantera bajo el apoyabrazos, cuyas formas son irregulares aunque parece diseñada para que quepa una tableta (imagen). Dentro está una de las conexiones USB disponibles. La otra está bajo el sistema multimedia, junto a una toma HDMI y otra de corriente. La guantera que hay frente al copiloto es muy sencilla y tiene una capacidad normal (imagen).
La zona central del salpicadero está presidida por una pantalla multimedia de siete pulgadas que no tiene botones, sino superficies táctiles para algunas funciones (imagen). Es el detalle peor resuelto del Jazz. Su funcionamiento no es malo en cuanto a precisión (aunque, ni mucho menos, cercano al de las mejores pantallas, como la del Škoda Fabia), pero la interfaz y la navegación por los diferentes menús son farragosas, imprecisas. Aunque algunos iconos son de tamaño generoso, como los del menú principal (imagen), es un sistema de aspecto obsoleto y poco elaborado. Manejar el volumen requiere pulsar con mucho cuidado la pequeña zona táctil, por lo que es preferible hacerlo con los mandos del volante. Desde estos mandos se maneja también el ordenador de viaje, que pese a su aspecto sencillo ofrece una buena cantidad de información.
El maletero del Jazz está en un punto intermedio entre los de sus alternativas. Tiene 354 litros de capacidad, 116 l más que un KIA Soul, 36 l más que un Ford B-Max y 86 l menos que un Hyundai ix20 (ficha técnica comparativa). Sus formas son muy regulares y, en este apartado, también es un coche con una presentación sencilla: no hay ganchos para sujetar la carga, está cubierto por una bandeja rígida y tiene una cubierta plegable en el piso (imagen), que da acceso a un hueco de tamaño mediano integrado dentro del módulo de material plástico donde se alojan las herramientas y el kit de reparación de pinchazos (imagen). La mayor ventaja del Jazz es que la boca de carga está situada a 61 centímetros del suelo, una cota muy baja que facilita la tarea de cargar bultos pesados.
Hay una función adicional para ganar espacio de carga, que consiste en plegar la banqueta de la segunda fila de asientos («Magic Seat System»). Esto permite acomodar objetos de gran altura (imagen), aunque su utilidad es cuestionable en este sentido, porque no hay ningún elemento de sujeción que evite que la carga se desplace hacia adelante en caso de detención brusca.