Mercedes-Benz Clase B (2019) | Impresiones de conducción
El Mercedes-Benz Clase B es un coche confortable, que seguro satisfará en este sentido a una gran mayoría de usuarios. Además, la suspensión tiene una buena capacidad de aislar a los ocupantes de las vibraciones producidas por los baches del asfalto y da un compromiso muy equilibrado entre agilidad y confort. No resulta tan ágil como un Clase A en carreteras de curvas, pero tampoco es torpe. No hemos podido hacer la prueba de esquiva porque estaban asfaltando el circuito, pero las reacciones al límite de adherencia de los neumáticos me han parecido muy seguras.
No obstante, hay ciertos aspectos que no dejan buena impresión si se tiene en mente el precio que se puede llegar a pagar por este modelo. La unidad probada es un 200 7G-DCT (motor de gasolina de cuatro cilindros, 1,3 litros de cilindrada, 163 CV y cambio automático de doble embrague), cuyo precio base es 37 907 euros (ficha técnica). Pero con la cantidad de elementos de equipamiento opcionales que llevaba (muchos, pero lejos de llevarlos todos) superaba ampliamente los 45 000 €. Muchas veces, un precio elevado viene justificado por un producto más refinado de lo normal, pero este no es el caso. En cambio, sí lo es un BMW Serie 2 Active Tourer 218i DCT de 140 CV, que además tiene un precio de partida unos 6000 euros menor (ficha técnica comparativa).
Si bien la suspensión del Mercedes-Benz es cómoda, cuando trabaja produce un sonido que da poca impresión de calidad. El coche no parece un producto tan bien esamblado, en conjunto, como el Serie 2 Active Tourer. Este transmite una mayor sensación de robustez general, y eso que la suspensión es más firme y el habitáculo tiene una presentación más espartana (esto último debido, en parte, a su veteranía en el mercado). Salvando el buen nivel de aislamiento del habitáculo y la gran dote de equipamiento que puede llevar el Clase B, su agrado de conducción me ha parecido más equiparable al de un Renault Scénic, por ejemplo, que al del Serie 2 Active Tourer. El Scénic no es un mal producto, pero en un coche del precio de un Clase B se espera un tacto de guiado más imperturbable y una mayor sensación de solidez.
La unidad de pruebas tenía el tren de rodaje de altura rebajada que deja la carrocería 15 mm más cerca del suelo de lo normal. La suspensión trasera era independiente, no la de serie de tipo ruedas tiradas.
El tacto de la dirección es muy asistido y algo artificial; resulta cómodo para maniobrar con poco esfuerzo pero no deja sentir bien el contacto de las ruedas con el asfalto. El Serie 2 Active Tourer tiene una dirección inusualmente firme para un coche de este tipo; requiere de más fuerza de lo normal durante las maniobras a baja velocidad, pero me parece preferible en carretera.
Lo mejor del motor de la versión B200 7G-DCT es su bajo consumo. Resulta muy sencillo obtener consumos de entre 6 y 6,5 l/100 km si se practica una conducción despreocupada por el consumo, a ritmo normal. En nuestro recorrido de referencia, de 144 km por una autovía que atraviesa un puerto de montaña y a una media de 120 km/h, gastó 6,6 l/100 km, un valor bajo para un vehículo de su tamaño y potencia. En el mismo recorrido, el BMW 218i Active Tourer DCT necesitó más gasolina (7,3 l/100 km). Realizamos otros trayectos urbanos y extraurbanos en los que constatamos que el 218i Active Tourer gasta en torno a 1,5 l/100 km más que el Clase B. Además, el consumo del BMW es más sensible a los cambios de ritmo.
Las prestaciones de ambos son muy parecidas; pese a la diferencia de potencia (163 CV frente a 140) son versiones totalmente equiparables. El B200 necesitó 6,9 segundos para acelerar entre 80 y 120 km/h, por los 7,1 del 218i Active Tourer. En ambos casos se tiene la sensación de circular, prácticamente siempre, con una reserva de potencia suficiente para realizar un adelantamiento en poco tiempo, por ejemplo, o para mantener la velocidad por autopista ante un repecho fuerte. Conduje el Clase B brevemente con mucha carga y esa sensación de buena reserva de potencia no se vio alterada.
Las vibraciones y el ruido que produce el motor del B200 llegan al habitáculo con más intensidad de la esperada. No llega a resultar molesto, pero creo que desentona con el nivel de refinamiento que se le presume a un coche de esta categoría. Los dos redactores que hemos probado estos coches consideramos que el motor del 218i Active Tourer, que tiene un cilindro menos (tres), es más refinado.
Desde el punto de vista del confort, la caja de cambios automática nos parece más recomendable en el BMW que en el Mercedes-Benz. En ambos casos son de tipo doble embrague, tienen siete relaciones y se pueden manejar mediante unas levas tras el volante. La del BMW parece mejor programada porque nunca duda entre qué marcha elegir en cada situación y la del Mercedes-Benz, algunas veces sí. Además, en maniobras a baja velocidad la del Clase B produce ciertos tirones (algo relativamente frecuente en este tipo de mecanismos), a diferencia de la del BMW. En el Clase B, esta caja de cambios tiene un modo de avance por inercia que funciona siempre y cuando el modo de conducción Eco esté activado.
Nuestra unidad de pruebas llevaba las llantas de 18 pulgadas de diámetro asociadas a la línea de equipamiento AMG Line. Los neumáticos que montaba eran unos Pirelli Cinturato P7 en medidas 225/45. Con esta configuración, el resultado de nuestra prueba de frenada desde 120 km/h fue más bien malo, con una distancia de 56,7 metros. El 218i Active Tourer tampoco dio un resultado bueno, pero sí algo mejor (54,1 metros).
El sistema de mantenimiento en el carril, como ya hemos comentado en otras ocasiones, no siempre nos gusta porque para corregir la trayectoria acciona con brusquedad los frenos de las ruedas del lado opuesto a las que están pisando las líneas. Si se está despistado, es una buena señal de alarma, pero si no, es molesto.
La versión con motor Diesel 220 d 8G-DCT (190 CV) la probamos durante la presentación del Clase B. Yendo dos personas a bordo y sin equipaje en el maletero, el motor no tiene problema alguno en mover el vehículo con vivacidad; estoy convencidos de que tampoco lo tendrá si se va con mucha carga. Las vibraciones que produce llegan muy atenuadas al interior y el sonido, aunque bajo, se reconoce fácilmente por tener la típica cadencia de un Diesel. A falta de hacer una prueba más concienzuda, el consumo de carburante parece bajo (el ordenador de viaje indicó 6,2 l/100 km después de conducir a un ritmo ágil por autopista y carretera de montaña).