Peugeot 308 GTi (2015) | Impresiones de conducción
Con el 308 GTi, Peugeot ha conseguido un vehículo que aúna dos características aparentemente difíciles de combinar: confort de marcha (siempre dentro de unos límites razonables) y efectividad en curva. Por un lado, es perfectamente utilizable para el día a día porque la suavidad con la que funcionan todos sus mandos, la buena capacidad maniobra y el ruido que se filtra hacia el habitáculo son prácticamente equiparables a los del resto de Peugeot 308. Por otra parte, también resulta rápido y eficaz a la hora de practicar una conducción deportiva porque el conjunto formado por el motor, la suspensión y los frenos está especialmente bien ajustado y proporciona una elevada sensación de seguridad y control en todo momento.
Sin recurrir a unos amortiguadores controlados electrónicamente, la suspensión del GTi genera un nivel de comodidad superior al que suelen tener vehículos de este tipo. Lógicamente se trata de una suspensión dura (indispensable para que la carrocería no se mueva mucho en curvas o en frenadas fuertes) y, por lo tanto, los ocupantes sienten las imperfecciones de la carretera con más fidelidad que en otras versiones del 308, pero resulta perfectamente soportable en viajes de varias horas o al circular por carreteras con el asfalto en mal estado. La adaptativa que tiene de serie el SEAT León CUPRA tiene un compromiso entre estabilidad y comodidad muy parecido al del 308, mientras que la del Volkswagen Golf R y, sobre todo, la del Honda Civic Type R son más incómodas (en ambos casos también adaptativas).
En curvas lentas es un coche que se siente muy ágil porque responde de manera casi instantánea a cada movimiento del volante y porque, hasta cierto punto, es posible cambiar la trayectoria actuando convenientemente sobre los pedales. Estas reacciones, aunque fáciles de controlar, le convierten en un vehículo de conducción un poco más exigente que sus rivales con tracción a las cuatro ruedas (por ejemplo, el anteriormente mencionado Golf R o el Audi S3), aunque también puede resultar más gratificante.
A pesar de todo, es posible que el 308 GTi no sea especialmente adecuado para aquellas personas que busquen un deportivo radical porque las sensaciones que transmite al circular rápido llegan más filtradas que, por ejemplo, en un Renault Mégane R.S. o en un Honda Civic Type R. Además, el tacto de la dirección requiere de un periodo de adaptación porque, aunque se siente un poco más precisa que en otras versiones de la gama, sigue sin ofrecer una información clara sobre la adherencia de los neumáticos. Tampoco ayuda mucho el tacto de la palanca de cambios, que tiene unos recorridos muy largos y presenta una pequeña resistencia en el inicio de cada recorrido que impide cambiar con rapidez.
Se trata, por lo tanto, de un vehículo con el que se puede disfrutar conduciendo por un puerto de montaña a un ritmo elevado y sin sobresaltos o viajando tranquilamente por autopista con un nivel de confort relativamente bueno, pero no de un deportivo pensado para un uso en circuito.
La versión de 272 caballos (que es la que hemos probado) viene de serie con un diferencial autoblocante Torsen que, junto con los neumáticos Michelin Pilot Super Sport, hacen que el 308 GTi sea capaz de transmitir con eficacia la potencia del motor al suelo hasta un límite bastante alto, aunque obviamente no tanto como lo haría un coche de tracción total. Esa cualidad se nota, en especial, a la salida de las curvas más lentas, de segunda y también de tercera velocidad.
Quien no vaya a utilizar este coche en tandas en circuito o si no va a aprovechar la potencia en carreteras muy lentas, es posible que el modelo de 250 caballos (que tiene un diferencial libre) le resulte perfectamente satisfactorio. Es posible desconectar por completo los controles de tracción y estabilidad, pero dado que funcionan con discreción y efectividad, no me parece recomendable hacerlo por el nivel de seguridad que proporcionan ante errores de conducción.
El motor tiene 1,6 litros de cilindrada y desarrolla 250 o 272 caballos de potencia (en función de la versión elegida), lo que da como como resultado una potencia específica elevada: 170 CV por cada litro de cilindrada en la versión más potente. De su funcionamiento llama especialmente la atención la contundencia con la que entrega la potencia en todo el rango de revoluciones, aunque es a partir de unas 2800 rpm cuando se nota con claridad un incremento importante del empuje. Su respuesta ante las solicitudes del acelerador también es rápida, aunque quizá no tanta como tiene el motor 2.0 TFSI del SEAT León CUPRA y el Volkswagen Golf R o el 2.0 Turbo del Honda Civic Type R.
Según nuestras mediciones de aceleración desde 80 hasta 120 km/h, el 308 GTi de 272 CV es un coche muy rápido en términos absolutos, aunque no destaca frente a sus rivales. Ha necesitado 3,7 segundos para completar la maniobra, que es exactamente el mismo tiempo que tardó un Volkswagen Golf GTI de 220 CV o un Opel Astra GTC OPC de 280 CV y medio segundo más que el SEAT León CUPRA de 280 CV. En cambio, sí que sobresale es en las recuperaciones en marchas largas, donde iguala e incluso supera a todos los modelos citados y se coloca en las primeras posiciones de nuestra tabla comparativa.
El gasto de combustible se puede considerar bajo habida cuenta de las prestaciones que puede ofrecer. En nuestro recorrido habitual para medir el consumo —144 km por una autopista con continuos desniveles a una velocidad media de 120 km/h—, ha necesitado 7,7 l/100 km, una cifra claramente más baja que la de un SEAT León CUPRA SC 280 (8,5 l/100 km) o un Opel Astra GTC OPC (9,6 l/100 km). En condiciones normales de circulación por todo tipo de vías y utilizando puntualmente la potencia máxima, se sitúa en torno a 9,0 l/100 km (ya añadido el error del ordenador de viaje, que es de aproximadamente un 6%).
El sistema de frenos de la versión de 272 caballos es otro de los puntos fuertes del 308 GTi. Tiene unos discos mucho más grandes que los de la versión de 250 CV y unas pinzas de cuatro pistones pintadas en color rojo (hay más información en el apartado de información técnica). La capacidad de frenada que ofrecen es realmente muy elevada (necesita 50,4 metros para detenerse partiendo desde 120 km/h, la mejor de nuestro listado comparativo), pero además aguantan perfectamente un uso exigente continuado sin que se noten síntomas claros de agotamiento.
El sistema Start/Stop es de serie y funciona de manera sobresaliente, tanto por suavidad como por rapidez. Incluye un contador que indica el tiempo que el motor ha estado detenido.
Al igual que otras versiones de menor potencia de la gama, el 308 GTi tiene un sistema denominado «Driver Sport Pack», con el que se puede modificar la sensibilidad del pedal del acelerador o el funcionamiento del control de estabilidad, pero además proporciona datos relativos al uso del vehículo (presión de la sobrealimentación, datos de la potencia y par y la aceleración longitudinal y transversal; imagen). También incluye una función que amplifica el sonido del motor mediante los altavoces del sistema de audio, aunque su funcionamiento resulta muy artificial, poco atractivo y, en definitiva, distinto al que se espera de un vehículo deportivo.