Renault Vel Satis (2002) | Impresiones de conducción
La primera vez que ví el Vel Satis en vivo (hace casi un año) me pareció su diseño algo extraño. Ahora, visto con más detenimiento, creo que es un coche con una personalidad propia, muy marcada. Tiene empaque y buena presencia, algo fundamental entre las berlinas denominadas «de representación». Por las calles de París la gente lo miraba mucho y los gestos que hacían parecían complacientes. Es un coche grande, con unas proporciones que recuerdan casi a los grandes coches de mediados del Siglo XX (sobre todo por su altura).
En mi primera toma de contacto he tenido ocasión de conducir las dos versiones con motor V6: el 3.5 24V gasolina de 241 CV y el turbodiésel 3.0 dCi de 177 CV, ambos con caja de cambios automática de cinco marchas (Proactiva) y nivel de acabado «Initiale».
En los dos casos he encontrado un coche muy cómodo, claramente enfocado para placenteros trayectos largos. Se ha trabajado bien en el aspecto de insonorización y ambos modelos parecen silenciosos; a velocidad elevada se escuchan más algunos ruidos aerodinámicos que el sonido del motor, no en vano, la penetración aerodinámica no es uno de sus puntos fuertes.
El motor 3.5 V6 es suave y empuja con fuerza. Tiene que arrastrar un peso elevado (1.720 kg) y por eso tampoco impresiona en prestaciones, pero deja sentir fuerza suficiente para acelerar y adelantar con agilidad, estirando enérgicamente hasta que el cambio automático inserta la siguiente marcha (entre 6.000 y 6.500 rpm).
La versión 3.0 dCi V6 también resulta muy agradable de conducir, no se aprecian vibraciones molestas y su agradable sonido «V6» hace difícil acertar que se trata de un motor Diesel. Como el cambio automático siempre selecciona la marcha más adecuada (en función de la velocidad y la posición del acelerador) no he podido ver desde que punto empieza a empujar, pero si aceleramos a fondo sube muy bien de vueltas hasta que la caja Proactiva inserta la siguiente marcha (en la zona roja del cuentavueltas a 4.750 rpm en las dos primeras velocidades y a 4.500 rpm en el resto).
La caja Proactiva de cinco marchas tiene un funcionamiento que me parece sobresaliente. Selecciona con acierto la marcha adecuada en todo momento, mantiene oportunamente la marcha insertada cuando la gestión electrónica «entiende» que no queremos pasar a una marcha superior y reduce de forma eficaz cuando deceleramos.
Tanto en su posición completamente automática como en el modo de selección secuencial, el funcionamiento es ejemplar. En este último basta con pulsar la palanca de cambios hacia delante para cambiar y tirar hacia atrás para reducir. En cualquier caso, reduce automáticamente si vamos en una marcha muy larga y aceleramos a fondo y cambia ella sola cuando llegamos a máximo régimen. El único inconveniente podemos encontrarlo en que, a diferencia de otros fabricantes que ya lo tienen, el Vel Satis no disponde de mandos de cambio secuencial en el volante.
He conducido poco por carreteras con curvas, pero lo poco que he podido probar me ha transmitido buenas sensaciones. Inicialmente pensé que era un poco «barco», pero lo cierto es que una vez apoyado en plena curva, el guiado es bueno y la sensación de balanceo no es grande. En autopista y carretera rápida transmite seguridad al conductor. La frenada parece eficaz y progresiva, fácil de dosificar, mientras que la dirección de asistencia variable en función de la velocidad no desentona en este modelo, aunque tampoco es demasiado directa (3,25 vueltas de volante entre topes). Al igual que en el Renault Laguna, cuando frenamos fuerte se encienden automáticamente los intermitentes de emergencia; en algunas frenadas apuradas este sistema se activa más de lo deseable.