SEAT Toledo (2005) | Buena relación entre comodidad y estabilidad

10/09/2004 |Javier Moltó

He conducido cuatro unidades del Altea: dos con motor Diesel de 140 CV (una manual y la otra con cambio automático DSG) y dos versiones del FSI, con motor de gasolina de 150 CV y cambio Tiptronic (una con llantas de 16" y la otra de 17").

El Diesel de 140 CV, con llanta de 16 pulgadas y cambio DSG, me ha parecido más ruidoso que el Altea que recuerdo con el mismo motor. Es un ruido elevado, al acelerar, en el entorno de las 2.500 rpm. También me ha parecido que, en autopista a unos 140 km/h, el aire suena más en la zona de los espejos que en el Altea, si bien no hay ningún motivo para que sea así. Es muy posible que cuando he conducido el Toledo hubiera más viento. El motor de esta unidad con cambio automático también me ha parecido más ruidoso que el de la unidad con cambio manual y en principio no debería ser así.

Sonidos aparte, la respuesta del motor es muy agradable y el funcionamiento del cambio DSG, impecable. En la posición Sport, me ha parecido menos efectivo de lo que había probado en otros modelos (Volkswagen Golf o Audi A3). En una curva larga en una subida con doble carril, al levantar ligeramente el pie del acelerador en mitad del apoyo, ha pasado a una marcha más alta (que yo no deseaba). Nunca me había pasado antes con este cambio en la posición Sport, pero quizá haya sido una conjunción excepcional de factores (que nunca se produjeron cuando probé otros coches con este cambio). El funcionamiento del DSG no parece igual en los coches con motor Diesel que en los de gasolina.

La estabilidad es excelente para tratarse de un coche tan alto y buena en términos absolutos. Con llanta de 16 pulgadas y neumáticos Pirelli P7 en medidas 205 / 55 la respuesta a los requerimientos del volante y los pedales son muy satisfactorias. Permite corregir errores y obedece con rapidez a los requerimientos. Como en el Altea, hay versiones con suspensión normal y deportiva. Con suspensión normal, el balanceo no es grande, a pesar de la altura.

Esta misma impresión es válida para las otras versiones. Normalmente, con motores Diesel, que pesan más que los de gasolina, los coches son ligeramente más morrones. No es el caso. Apenas he notado diferencia entre una versión y otra a igualdad de neumáticos. Lo que sí he notado es un pequeñísima diferencia con relación al Altea: el eje trasero tiende a deslizar ligerísimamente más. En el Altea no se mueve nada y en el Toledo tampoco. Es decir, no hay diferencia. Pero, aunque no la haya, en el Toledo se aprecia una ligera tendencia del eje posterior a querer deslizar cuando se fuerza la situación. No llega a deslizar, pero se nota que parece posible. En el Altea no hace ni asomo.

El motor FSI de 2 litros de cilindrada y 150 CV de potencia resulta agradable de conducir. Más suave y menos ruidoso que el Diesel y con una buena respuesta a cualquier régimen. Sólo lo he conducido con cambio Tiptronic de 6 velocidades, que resulta muy satisfactorio. Pasa de una marcha a otra con suavidad y rapidez. No llega al nivel del DSG. Es tan cómodo, pero no tan efectivo, aunque tiene efectividad sobrada para cualquier situación de la conducción cotidiana. De hecho, el cambio manual no aporta ninguna ventaja, salvo la diferencia de precio y consumo. Sólo en conducción «deportiva», en carreteras con muchas curvas, es más efectivo.

De las dos unidades que he probado con el motor de gasolina, una tenía suspensión normal y llanta de 16 pulgadas con neumáticos Pirelli P7 en medida 205 / 55 x 16 y la otra suspensión deportiva, llanta de 17 pulgadas y neumáticos Dunlop 9090 en medida 225/45 x 17.

Con el neumático de 17 pulgadas (llanta de 5 radios) el coche resulta más preciso en apoyo, sin una diferencia notable de comodidad. Salvo por cuestiones estéticas (a favor o en contra de esta llanta de 5 radios para este coche), no veo ventajas dinámicas evidentes para optar por una u otra llanta y tampoco por una u otra suspensión.

El conductor y los pasajeros que que conozcan el Altea apenas notarán diferencias entre éste y el Toledo y un SEAT Altea. La postura de conducción, el diseño y materiales del interior y las cotas de habitabilidad son iguales.

Puede haber pequeñas diferencias en estabilidad (por la diferencia de peso y tamaño de la carrocería) pero, para conseguir apreciarlas, en el caso de que las haya, debe ser imprescindible conducir un modelo inmediatamente después del otro.

Del mismo modo, también debe haber pequeñas diferencias en prestaciones a igualdad de motores, pero para asegurarlo con certeza será imprescindible medirlas con el «Correvit». La única diferencia posible es de sonoridad. Pero tampoco puedo dar un juicio definitivo, porque ni siquiera los dos Toledo que he probado con el motor Diesel de 140 CV sonaban igual.