Toyota Prius (2006) | Mucho espacio para pasajeros y poco para equipaje
El espacio longitudinal en las plazas traseras (76 cm según nuestras medidas) es mayor que el de cualquier otro coche de su tamaño (el Prius mide 4.445 mm). Para encontrar coches más amplios en esa cota, hay que ir hasta los 4.731 mm de un Ford Mondeo (77 cm de espacio para las piernas) o los 4.803 mm de un Škoda Superb (85 cm).
Por el contrario, es un coche estrecho atrás (133 cm entre hombros) y, por la forma del asiento, resulta incómodo para tres personas. También le falta espacio vertical, porque el techo cae mucho a la altura de la cabeza de los pasajeros.
Una persona de 1,70 m que se siente bien (con la cadera pegada al respaldo), rozará con la cabeza en el techo. No existiría ese problema si el respaldo trasero estuviera un poco menos inclinado (o si tuviera ajuste) porque, si la espalda estuviera erguida, la cabeza quedaría en una zona donde el techo está más alto. Uno de los cambios en esta versión 2006 es un aumento del espacio atrás, que realmente no hemos notado con relación al modelo de 2004.
Los pasajeros de atrás pueden dejar objetos en las bolsas rígidas de las puertas o en las que hay tras los asientos delanteros. No hay salidas de aire orientables para los pasajeros de las plazas traseras. Tiene dos luces un poco mortecinas, hay que encender las dos para poder leer bien.
En los extremos del asiento trasero están las entradas de aire para ventilar la batería, es importante no obstruirlos para que la batería no se caliente.
El maletero es más bien pequeño porque le falta altura. Los 408 l que declara Toyota se consiguen sumando el volumen medido hasta la cubierta flexible y un hueco que hay bajo el piso del maletero. El borde de carga está más bien alto (67 cm) y el plano de maletero está casi a la misma altura. Esto lo hace cómodo para colocar objetos ligeros, porque no hay que agacharse para colocarlos, e incómodo para los pesados, porque hay que subirlos mucho.
La luz del maletero tiene un interruptor; no es un detalle banal, porque unas veces deslumbra y es mejor apagarla (otras veces no hace ninguna falta).