No hay muchos modelos en el mercado comparables el 156 Sportwagon, especialmente a la versión 2.0 de 155 CV, bien con cambio manual o bien con el Selespeed de mando secuencial.
Tiene carrocería familiar, pero no es recomendable para quienes buscan una gran capacidad de carga; el portón en este caso es casi un detalle de estilo que además da una funcionalidad que no tiene la berlina.
Además de poder meter objetos más voluminosos en el maletero porque la boca es más grande, tiene un respaldo trasero abatible (la berlina no) y algún otro detalle interesante, como dos guanteras laterales en la parte trasera y un sistema de redes para sujetar pequeños objetos. No es comparable a modelos como Peugeot 406 familiar hechos para ganar espacio sino más bien a otros como BMW Serie 3 Touring o Volvo V40.
Su estabilidad es excepcional, lleve o no la opción de suspensión deportiva, no frena mal (tampoco bien) y tiene un motor que da menos fuerza a cualquier régimen de lo que cabe esperar, habida cuenta de sus 155 CV. No es un deportivo en sentido estricto, pero sí la berlina que en este nivel de potencia está más cerca de serlo.
El Sportwagon cuesta 175.000 pesetas más que la berlina y, con este motor, sólo hay dos variantes: una es la de cambio manual, y otra es la que tiene el cambio automático de mando secuencial Selespeed.