El A5 Coupé que hemos probado durante más tiempo tenía instalados dos elementos opcionales que influyen de manera clara en las reacciones y en la forma de rodar del vehículo: la suspensión deportiva S line y unas llantas de 20 pulgadas con neumáticos en medidas 265/30 R20. Dicha combinación, que a priori puede parecer extrema, lo cierto es que da un resultado general muy bueno tanto por estabilidad como incluso por confort de marcha. No es el coche ideal para cubrir largas distancias o para circular habitualmente por carreteras en mal estado, pero dista de ser incómodo.
El A5 Coupé no es un deportivo, entendiendo como tal un vehículo de reacciones ágiles, en el que las maniobras bruscas tienen un efecto claro en la trayectoria y en el que el conductor se siente especialmente implicado con la conducción. Las sensaciones gratificantes vienen dadas por otros factores, como por ejemplo la soberbia capacidad de tracción (especialmente las versiones quattro), la fidelidad con la que sigue las órdenes dictadas con el volante o la elevada velocidad de paso por curva.
En carreteras sinuosas es posible circular muy rápido con una facilidad pasmosa, incluso puede serlo para aquellos conductores que no tienen especial pericia al volante. La mencionada capacidad de tracción junto con el excelente funcionamiento de la suspensión y de las ayudas electrónicas transmiten mucha confianza. En terminos coloquiales, es uno de esos coches que parece que «va sobre railes».
Además de la suspensión S line, que es la que tiene un ajuste más firme, el A5 Coupé puede tener otras dos: la de serie y otra opcional con amortiguadores controlados electrónicamente. Esta última era la que llevaban las dos unidades que probamos del A5 Coupé 2016, de la que dijimos que daba un elevado confort de marcha con el punto de firmeza necesario para sentir precisión en curva. Queda claro, por lo tanto, que se trata de una opción a tener en cuenta si se va a utilizar el vehículo de manera frecuente para realizar viajes largos o se va a transitar por carreteras en mal estado.
Tanto la dirección como los frenos tienen el mismo tacto que la mayoría de Audi que están a la venta en la actualidad. Sin resultar excepcionales, cumplen con su cometido de manera eficaz en todo tipo de escenarios, desde una conducción tranquila por ciudad hasta una deportiva por carreteras de curvas. El aislamiento acústico, como en el A4 y modelos superiores, es especialmente bueno y apenas permite que llegue ruido al habitáculo.
Con el motor Diesel de 190 caballos de la versión 40 TDI, el A5 Coupé tiene unas prestaciones normales para su potencia y un consumo contenido y poco sensible al tipo de conducción practicado. Hemos medido 5,9 segundos para acelerar de 80 a 120 km/h, un tiempo que le permite circular con soltura por todo tipo de vías (mediciones propias).
El motor es el mismo de cuatro cilindros y 2,0 litros de cilindrada presente en numerosísimos modelos del Grupo Volkswagen, desde el SEAT León hasta el Volkswagen Golf, pasando por el Audi A6 o el Škoda Octavia. A velocidades normales en carretera, el ruido que llega es muy bajo, hasta el punto de que cuesta discernir si se trata de uno Diesel o de gasolina; en ciudad o al acelerar con mucha intensidad sí que se deja sentir un poco más, pero nunca de manera molesta. La entrega de potencia es progresiva, aunque sigue existiendo una diferencia de fuerza muy clara cuando gira entre el rango inmediatamente inferior a las 2000 rpm y el inmediatamente superior a las mismas rpm.
El consumo de combustible de esta versión es normal, ni muy alto ni muy bajo. En nuestro recorrido de consumo de referencia, que transcurre por una autovía con contínuos cambios de nivel, durante 144 km y a 120 km/h de velocidad media, necesitó 6,4 l/100 km. No es un mal dato en términos generales, pero es claramente más elevado que el que obtuvimos en su día con el Mercedes-Benz C 250 d de 204 CV (5,3 l/100 km) o el BMW 420d Gran Coupé de 184 CV (5,5 l/100 km). Por vías de circunvalación y conduciendo por suavidad, lo habitual es que el ordenador indique cifras de unos 6,0 l/100 km, y por ciudad, con paradas y arranques frecuentes, unos 8,0 l/100 km. Es muy posible que con unos neumáticos más pequeños que los de la unidad que probamos (265/30 R20 en las cuatro ruedas), tanto las prestaciones como el consumo sean ligeramente mejores.
La única caja de cambios disponible para esta versión es una automática de doble embrague con siete relaciones (Audi la llama S tronic, pero es la misma que SEAT, Škoda o Volkswagen denominan DSG). Su funcionamiento general es muy bueno tanto por rapidez en la selección de marchas como por suavidad de funcionamiento, pero como suele ocurrir con esta transmisión, no se adapta bien al tipo de conducción practicado. Tampoco es la mejor aliada a la hora de realizar maniobras a baja velocidad, ya que en ocasiones provoca pequeños tirones y no permite avanzar con precisión (aunque a este respecto ha mejorado mucho). Con el modo de conducción Efficiency, es capaz de seleccionar el punto muerto en algunas situaciones para reducir el consumo de combustible.