Con el techo de lona puesto, el Audi Cabriolet es un coche cómodo para viajar. Hace más ruido por aerodinámica a partir de unos 120 km/h que la versión con techo convencional, pero no por motor.
La mejor opción que he encontrado para aguantar muchos kilómetros descapotado ha sido ir con las ventanillas subidas, y con la rejilla de tela que se pone en las plazas traseras para evitar turbulencias (opcional), al menos a velocidades por encima de 50 km/h. Circulando de esta manera hay muchas menos turbulencias, viento cruzado, y es menos necesario el uso de gorra que con los cristales bajados.
Me ha parecido mejor el motor de 220 CV que el de 170 CV. El 2,4 litros de 170 CV de potencia, es muy suave y tiene una forma de dar la potencia lineal y creciente a medida que sube de vueltas. Es satisfactorio a bajo régimen y con fuerza en el régimen de potencia máxima. Es poco ruidoso, salvo si se apura mucho. Lo he conducido con cambio manual y automático Multitronic (de excelente resultado). El desarrollo en sexta velocidad es 50,7 km/h cada 1.000 rpm, que es muy largo y deja al coche con poca capacidad de ganar velocidad en las cuestas (con cambio manual tiene un desarrollo de 36,6 km/h cada 1000 rpm).
El 3,0 litros de 220 CV tiene una respuesta más enérgica y directa en cualquier momento que se pise el acelerador, responde con fuerza y con un sonido bonito, más grave y algo más alto (pero no molesto), que el 2,4.
La suspensión es algo más dura y está 20 mm rebajada respecto a la que tiene de serie el A4. Me parece que por dureza tiene un tacto adecuado para un coche de esta potencia y de carrocería descapotable. Como en los A4 berlina, cuando la rueda hace un movimiento muy rápido ( juntas de dilatación o baches pequeños pero secos) transmite algo de vibración al volante y a los asientos.
El coche casi siempre es subvirador y es muy difícil que el eje trasero tenga reacciones adversas, por lo tanto es muy fácil de conducir, pero no especialmente ágil de reacciones.