De los descapotables de dos plazas que he conducido, el Audi TT es uno de los que tienen más espacio para los ocupantes. Un Alfa Romeo Spider es algo más ancho y tiene mucho espacio longitudinal pero hay poca altura libre (además de que sus reposacabezas sólo sirven para personas que no superen 1,80 m de alto); el Mazda MX-5 es menos amplio que el Audi, sobre todo tiene poca altura libre; el BMW Z4 roadster y el Porsche Boxster ofrecen altura y espacio para las piernas similares al Audi, pero son un poco más estrechos.
En el TT todo parece estar concebido para disfrutar conduciendo: los dos ajustes del volante son amplios, al igual que los de los asientos (que pueden ir muy alejados del volante), los mandos están bien colocados, los pedales favorecen la maniobra del punta tacón y el reposapié es grande. La palanca de cambio queda cerca del volante, por lo que la mano pasa menos rato sin sujetar el volante al usar el cambio.
Sobre el volante tenemos disparidad de opiniones en la redacción, no acerca de su tamaño o el recubrimiento (es más bien grueso y muy agradable al tacto) sino sobre su forma: a algunos no les convence la forma achatada que tiene en su parte inferior, a otros no nos parece un inconveniente claro. En todo caso, que tenga esa forma sólo sirve para facilitar el entrar o salir del coche porque deja más espacio para pasar la pierna entre el asiento y el volante (siempre que la parte achatada haya quedado abajo).
El salpicadero está hecho de un plástico granulado de buen aspecto, el mismo que tiene el cupé. En un descapotable, el habitáculo se ensucia mucho más que en un coche de techo cerrado. Este plástico disimula la acumulación de polvo un poco más que otros más lisos, pero es más difícil de limpiar con un paño.
El habitáculo de la versión cabrio se diferencia del cupé, además de por el techo, en lo que hay desde los asientos hacia atrás. Audi ha prescindido de los asientos traseros, pequeños y poco prácticos, y ha utilizado ese espacio para recoger la capota cuando está plegada.
En un coche que puede quedar aparcado con el techo abierto es conveniente tener lugares donde guardar cosas y que no queden a la vista o que queden protegidas en un lugar con cerradura. Tras los asientos delanteros hay dos pequeños cajones (sin llave) que quedan ocultos por los respaldos (si los asientos van colocados en la posición más retrasada). También hay un pequeño compartimento (opcional), entre los dos asientos, que sí tiene cerradura (por debajo de la altura del hombro) donde hay espacio para el botiquín, un estuche de gafas y una trampilla que da acceso al maletero (sirve para introducir unos esquís).
La guantera principal también tiene cerradura. Bajo los asientos puede tener unos pequeños cajones que, salvo que se conozcan, imagino que no será un lugar donde busque un ladrón. Estos cajones son de pequeño tamaño y, por alguna razón, tienen un agujero en el fondo (por el que puede caber un mando a distancia de garaje y caerse bajo el asiento, como me ocurrió durante la prueba).
La capota de lona tiene un accionamiento completamente automático (en otros países también la hay manual). Para descapotar o poner la capota hay que actuar sobre un pulsador que hay en la consola, junto al freno de mano. Tarda 12 s en completar la acción.
Esta operación se puede hacer con el coche en movimiento, siempre que no se superen los 50 km/h. Si se va a más de 6 km/h basta con una pulsación rápida sobre el interruptor para que la maniobra se complete de forma automática.
Con la capota puesta (imagen), el ruido que llega al habitáculo es más elevado que en el Audi TT de techo fijo, aunque no me ha parecido molesto. Desde el puesto del conductor se oye una pequeña filtración de aire en la zona trasera izquieda; es un ruido similar al que tenía el Mazda MX-5 que probamos hace algún tiempo, aunque más atenuado. En el Alfa Romeo Spider no hemos notado un ruido así.
Entrar o salir del coche con el techo puesto no requiere mayor agilidad que hacerlo en la versión cupé. Sí que hay que tener cierto cuidado para no golpearse la cabeza (es difícil pero no imposible) con una pieza metálica del mecanismo del techo, que sobresale de la goma que hace de junta de estanqueidad con la ventanilla.
Con la capota plegada se puede circular hasta 100 km/h sin ningún tipo de molestia producida por el viento. A partir de esa velocidad, y con las ventanillas subidas, se nota alguna turbulencia en la cabeza (al menos yo la notaba, mido 1,93 m y llevo el respaldo casi vertical; es algo fácilmente solucionable colocándose una gorra) y otra en la zona de la nuca. Con las ventanillas y el cortavientos subidos, no hay mucha diferencia entre ir a 120 km/h o a 200 km/h (en la turbulencia, no en el ruido).
Para atenuar las turbulencias que se producecen en la zona de la nuca, el Audi TT Roadster trae de serie un cortavientos escamoteable de accionamiento eléctrico. De este modo, no es necesario bajarse del coche para colocarlo, sino que se puede hacer en marcha a cualquier velocidad. Está hecho de una tela de tipo rejilla (como la cortinilla de la luneta de algunas berlinas) pero, al estar colocada más cerca del conductor, la visibiliad a través de él no es del todo buena. Por eso es interesante poder quitarlo de forma rápida y sencilla cuando no es necesario su uso (normalmente, en ciudad).
Que la capota tarde únicamente 12 s en ponerse o quitarse, que se pueda accionar a menos de 50 km/h y que el cortavientos se pueda subir o bajar de forma automática hace muy cómoda la utilización del TT abierto o cerrado.
Aunque el TT Roadster sí puede tener calefacción en los asientos (opción muy recomendable) no hay en la lista de opciones un volante que la tenga o un sistema que envie aire caliente a la nuca como el del Mercedes-Benz SLK.