Fiat Panda Dynamic 1.2 (2004) | En carretera va bien, dentro de sus limitaciones
La unidad que hemos probado llevaba las ruedas opcionales (165/65 14) y no tenía control de estabilidad.
En la redacción no nos hemos puesto muy de acuerdo sobre cómo va el Panda.
Es un coche de suspensión suave y con unas ruedas que daban muy poco agarre; ni reacciona malamente en caso de perder adherencia ni tiene nada parecido a un «tacto deportivo». Desde el punto de vista de la estabilidad, es un utilitario normal.
La principal controversia se debía al balanceo, que algunos consideraban excesivo y otro considerábamos normal en un coche como éste. Un Peugeot 106 o un Ford Ka son coches mucho más ágiles, pero no lo son más ni un Daewoo Matiz ni un Opel Agila.
Tampoco nos hemos puesto de acuerdo al valorar el tacto de la dirección. Ciertamente no permite sentir mucho la carretera, pero yo creo que es suficiente para conducir con normalidad y para controlar el coche si es preciso. Otros compañeros de redacción sostienen que la asistencia es algo mayor de lo que hubieran querido.
Sí estamos de acuerdo en que es un coche cómodo, salvo en algunos baches que hacen moverse a la rueda con mucha rapidez.
El motor responde aceptablemente, siempre que se tenga en cuenta lo que pueden dar de sí 60 CV. No es menos rápido que otros utilitarios con esta potencia, aunque tampoco lo es más porque el Panda no es un coche ligero para su tamaño.
El motor da la potencia máxima a 5.000 rpm y puede llegar hasta 6.000. La pérdida de potencia no es brusca (como suele ocurrir en los motores de gasolina) sino progresiva (como en un Diesel).
Hice las mediciones de adelantamiento desde 80 km/h de dos maneras: primero desde segunda velocidad (a unas 5.600 rpm) y cambiando a 6.000 rpm; después, desde tercera velocidad (a unas 3.800 rpm) y cambiando a 5.500 rpm. El resultado ha sido prácticamente el mismo de las dos maneras, lo que quiere decir que no merece la pena apurar el motor y que, si es preciso hacerlo porque no viene bien cambiar, tampoco se pierde nada.
El consumo que he medido es alto y no se correspondo con lo que cabía esperar a la vista del homologado (que es el mejor, con el del Toyota Yaris 1.0). En mi recorrido por carretera ha gastado 8,9 l/100 km, con una media real (contando el error del velocímetro) de 137 km/h (8,1 según el ordenador). Es el consumo de otros utilitarios más potentes que el Panda (en torno a 80 CV).
El problema en ese recorrido, y siempre que la carretera no sea llana y la velocidad constante, es que la quinta velocidad sirve de poco.
Tiene un desarrollo extremadamente largo, que hace a la quinta inútil para subir rampas fuertes o recuperar una velocidad de crucero alta después de perderla por cualquier causa.
La ventaja de esa quinta es que, siempre que se pueda mantener, hace que el coche gaste y suene muy poco.
El consumo máximo que he medido ha sido 10,1 l/100 km (rápido por una carretera de montaña); el ordenador marcaba 9,8 l/100 km.
Si consideramos a los frenos por la potencia que pueden hacer, no son buenos en términos absolutos pero tampoco son peores de lo normal en coche de este tipo.
Lo que sí me ha parecido singularmente bueno en un coche así es el cambio, que es rápido y tiene un tacto mejor que el de algunos coches «deportivos».