El Tourneo Courier tiene unos asientos delanteros que recogen bien el cuerpo y con un mullido confortable. Sujetan bien la espalda y algo peor las piernas porque los flancos de la banqueta son excesivamente blandos. La posición de conducción nos ha parecido buena y más parecida a la de un turismo que a la de una furgoneta al uso o incluso algunos SUV. Todos los mandos quedan a mano, aunque para interactuar con el coche se ha de acudir con demasiada frecuencia a la pantalla del salpicadero, que es la que aglutina la mayoría de las funciones del mismo (imagen).
Dicha pantalla puede ser de 8 pulgadas (versiones con motor de combustión) o de 12 (versiones eléctricas). Esta última, que es la que más tiempo hemos probado, nos parece buena por visibilidad, resolución u organización de los menús (hay muchos, pero son fáciles de localizar), pero es algo lenta a la hora de ejecutar acciones. Con el coche en parado no hay mayor problema (más allá de la paciencia que podamos tener), pero en marcha se hace molesto porque distrae. Es posible ejecutar algunas acciones mediante comandos vocales, si bien está lejos de los mejores en cuanto a comprensión y facilidad de uso.
La instrumentación también es una pantalla y del mismo tamaño en todas las versiones: 12 pulgadas. Es muy parecida a la que Ford utiliza en el Puma y, como en aquel, tiene muy pocas posibilidades de personalización. Solo tiene un par de vistas, varios colores de fondo (cambian en función del modo de conducción seleccionado) y permite modificar la información que aparece en la parte central, no en los laterales (imagen). Es decir, está muy desaprovechada y no aporta prácticamente nada frente a una convencional de agujas, que además es más fácil de leer. De lo que no hay duda es de que la resolución y la visibilidad de la misma son excelentes, como la del sistema multimedia.
El acceso a las plazas posteriores es sobresaliente gracias al enorme espacio que liberan las dos puertas laterales correderas (imagen). Permiten entrar al coche de una manera muy natural, sin doblar el tronco o estar atento a los marcos de la carrocería y también facilitan mucho operar en el interior del coche desde el exterior, por lo que es un vehículo especialmente práctico para colocar a bebés en su sillita sin elementos que entorpezcan la manipulación.
Una vez dentro, el espacio disponible en esta fila es suficiente para llevar a dos adultos de estatura media. Hemos medido 72 centímetros de espacio para las piernas, que no está nada mal (un Renault Kangoo tiene 65 cm, por ejemplo), pero la anchura es de solo 127 cm, lo que le convierte en un coche muy poco recomendable para llevar a tres personas en esta fila, incluso si son muy menudas. La altura libre hasta el techo es sobresaliente, como es habitual en este tipo de vehículos (110 cm), pero salvo para llevar objetos muy voluminosos, es un espacio poco útil. Mediciones del interior.
Los asientos de esta fila están divididos en dos partes asimétricas y tienen un sistema de plegado muy práctico (los deja pegados contra los delanteros y dejan un piso completamente plano; imagen). Para hacerlo, primero se han de abatir los respaldos con un mando que hay en la parte superior de los mismos y, a continuación, tirar de una cinta que hay en la base de las banquetas y que permite bascular el asiento por completo (imagen).
Las atenciones de los pasajeros en estas plazas son más bien escasas. Hay un par de revisteros en los respaldos de los asientos delanteros, una toma USB de tipo C, un plafón de iluminación, asideros en el techo y un pequeño hueco para dejar objetos en cada una de las puertas. Las ventanillas de estas pueden ser de dos tipos: con apertura de tipo compás en las versiones más sencillas y con apertura convencional (y eléctrica) en las más equipadas. Un detalle de agradecer es que el piso es completamente plano en esta zona, por lo que el paso de un lado al otro resulta sencillo y cómodo.
El maletero es uno de los puntos fuertes del Tourneo Courier. Es muy grande (570 litros), pero además tiene unas formas muy cúbicas, sin recovecos, y muy alto cuando se despeja la bandeja y se coloca pegada a los asientos posteriores. Además, en cada una de las paredes laterales hay pequeños (y no tan pequeños) huecos donde dejar objetos menudos. Los hay con y sin tapa y de distintas formas y tamaños (imagen). Además, como el borde de carga está muy cerca del suelo (a 58 centímetros, que es muy poco) y el piso es completamente plano, resulta muy sencillo acomodar maletas u otros enseres.
Eso sí, hay un inconveniente a tener en cuenta. El portón es muy grande y sobresale unos 120 cm cuando está abierto, algo que puede resultar problemático en según qué situaciones (por ejemplo al aparcar pegado a una pared). Hay modelos de otros fabricantes que resuelven parcialmente este problema con una luneta de apertura independiente, pero Ford no ha instalado este sistema en el Tourneo Courier. Además, a la hora de cerrar dicho portón, se ha de hacer bastante fuerza para vencer la resistencia que ofrecen los brazos hidráulicos.
Las versiones eléctricas del Tourneo Courier tienen un espacio de carga adicional bajo el capó, el habitualmente llamado «frunk» (imagen). Tiene 44 litros de capacidad y unas formas muy irregulares, pero sirve perfectamente para llevar los cables de carga (u otros elementos que nos parezcan pertinentes) sin que molesten en el espacio de carga principal, el posterior.
Los materiales empleados en todo el habitáculo tienen un aspecto correcto. No son en absoluto lujosos y no son comparables con los de, por ejemplo, un Ford Puma (son más «bastos»), pero resultan agradables tanto a la vista como al tacto y, en general, causan una sensación positiva. Las terminaciones, eso sí, son las habituales en Ford: hay zonas que están cuidadas, sin grandes huecos de separación entre piezas y holguras, y otras que son todo lo contrario.