El Ceed es un coche «redondo», de esos que no sobresalen para bien en ningún aspecto pero que tampoco tienen inconvenientes de envergadura que hagan desaconsejable su adquisición. Un equilibrio casi total, aparentemente sencillo de lograr, pero que, sin embargo, a día de hoy consiguen muy pocas marcas (quizá Hyundai con el i30, que en esencia es el mismo coche que el Ceed, y Volkswagen con el Golf; poco más).
Dinámicamente es muy adecuado para un público amplio porque tiene una suspensión que da un buen equilibrio entre confort de marcha y agilidad de reacciones. Si lo que se busca es un coche confortable por encima de cualquier otra cualidad, un Citroën C4 es mejor; y si se buscan reacciones más precisas y un tacto más directo, entonces será claramente más adecuado un Ford Focus o un Peugeot 308. Para todos los demás, el Ceed es una excelente alternativa.
En términos generales es un buen coche para viajar por autopista, que es el lugar donde más a gusto se siente. Está bien aislado del ruido producido por el aire en contacto con la carrocería y por el motor, aunque la rumorosidad que llega al habitáculo debido a la rodadura de los neumáticos es quizás algo más alta de lo normal (al menos con los de medida 225/45; con otros más estrechos seguramente sea menor).
En carreteras de curvas, en cambio, no invita a circular a un ritmo alto porque el conductor se siente siempre muy «aislado» del estado de la carretera —la dirección transmite poca información— y porque el coche no tiene unas reacciones particularmente ágiles o precisas. No obstante, esto no me parece un defecto, sino una característica que gustará más o menos en función de las preferencias de cada conductor.
El único motor nuevo de toda la gama es también el que hemos probado con más detenimiento, el 1.5 T-GDi de 160 CV. Lo hemos probado junto con el cambio automático de doble embrague y nos ha gustado mucho porque tiene un funcionamiento sorprendentemente suave (no vibra prácticamente nada) y porque se le oye poco en el habitáculo. Además es uno de esos motores que se sienten llenos en todo el rango de revoluciones (nada que ver con los de antaño, con un pico de par a un determinado régimen) y que permiten una conducción despreocupada con el cambio de marchas.
Su rendimiento también es muy bueno. Para acelerar de 80 a 120 km/h ha necesitado 5,8 segundos, un dato que únicamente se ve igualado por el del SEAT León 1.5 eTSI 150 CV DSG. Otros modelos de características similares y con motores de potencias parecidas fueron más lentos en la misma medición: 6,5 s el Volkswagen Golf 1.5 eTSI 150 CV DSG, 6,4 s el Mercedes-Benz A 200 7G-DCT de 163 CV, 6,2 s el Audi A3 Sportback 35 TFSI de 150 CV o 6,1 s el Renault Mégane TCe 140 CV EDC GPF.
El consumo de combustible de este motor es siempre entre moderado y bajo. En nuestro recorrido de consumo, que tiene muchos cambios de desnivel y en el que circulamos a una media de 120 km/h (detalles del mismo), el Ceed necesitó 5,9 l/100 km, un dato muy bajo en términos generales y que solo se ve mejorado por el que conseguimos con el Volkswagen Golf 1.5 eTSI de 150 CV (necesitó una décima menos, 5,8 l/100 km). El resto de alternativas citadas en el párrafo anterior gastaron más (aunque con diferencias pequeñas en la mayoría de casos). En otro tipo de condiciones de circulación el consumo tampoco se dispara; en vías de circunvalación es sencillo ver cifras en el entorno de los 5,5 l/100 km el ordenador de viaje y en ciudad y vías más congestionadas, es difícil superar los 7,0 o 7,5 l/100 km.
En función del motor elegido, la caja de cambios puede ser manual de seis relaciones, manual de seis relaciones con sistema iMT (intelligent Manual Transmission) o automática de doble embrague (de seis relaciones para el híbrido enchufable y de siete para el resto). La caja manual iMT es exclusiva de las versiones que tienen el sistema de hibridación ligera y su característica más novedosa es que tiene un embrague controlado electrónicamente que permite desacoplar el motor de la propia transmisión cuando no se pisa ningún pedal. De esta manera, sin que el conductor tenga que hacer nada especial, es posible circular por inercia y con el motor apagado en algunas situaciones, incluso cuando hay una marcha seleccionada. No la hemos probado en el Ceed, pero sí en el Hyundai i30 (es la misma), donde nos gustó porque su funcionamiento pasa casi completamente desapercibido para el conductor.
El cambio automático de siete relaciones es moderadamente rápido subiendo y bajando de marchas, pero sería deseable que las transiciones fueran un poco más suaves en ciertas ocasiones y, sobre todo, que moviera el coche con mayor control en las maniobras a baja velocidad. También tiene una tendencia exagerada a engranar marchas largas, obligando al motor a girar a muy pocas vueltas y, por tanto, limitando su respuesta en algunas situaciones. Esta pega se subsana, al menos en parte, al seleccionar el modo de conducción Sport.
El Ceed que probamos tenía el nivel de equipamiento GT Line, que incluía unos neumáticos Michelin Primacy 4 S2 en medidas 225/45 R17 con un rendimiento excelente. Probablemente tengan que ver con los datos de frenada que hemos obtenido, que han sido excelentes (50,6 metros para detenerse partiendo de 120 km/h). Con el modelo anterior tuvimos unos resultados muy parecidos: 50,4 metros en la misma medición.