La operativa de bienvenida en el Mazda 6e es similar a los modelos de Tesla, Polestar y Volkswagen ID. Es decir, cuando el coche detecta que estás cerca, las puertas se desbloquean y antes de pasar al interior, el climatizador y el sistema multimedia ya están activos. Para iniciar la marcha basta con pisar el pedal del freno y seleccionar D o R con la palanca de la transmisión (no es necesario pulsar ningún botón de arranque). Esta palanca, que está situada detrás del volante, es la misma de los Mercedes-Benz de hace un par de generaciones y de los primeros Tesla Model S (imagen).
En marcha, el Mazda 6e se percibe como un buen producto —cómodo de suspensión, bien aislado del ruido y con un consumo bajo—, pero hay algo en su manejo que lo aleja del talante que habitualmente distingue la conducción de un Mazda de la competencia. La causa de esta sensación es, en mi opinión, la dirección. Su tacto desligado y su lentitud en los primeros grados de giro de volante no son propios de Mazda.
La suspensión es especialmente confortable suavizando ondulaciones. Los baches abruptos se trasladan al interior con cierta firmeza que no llega a incomodar, pero que no está presente, por ejemplo, en un Volkswagen ID.7. El ID.7 es un vehículo que con la suspensión opcional DCC (solo lo hemos probado así) es más cómodo de suspensión que el 6e. Sobre el aislamiento del habitáculo hay poco que objetar: está muy bien logrado y ayuda a que los viajes a alta velocidad se realicen con mucho agrado.
He probado la versión de 258 CV con batería LFP de 68,8 kWh. El motor está programado para entregar la potencia de manera progresiva, también en el modo Sport. No es de esos eléctricos que al pisar a fondo te clava de una patada en el asiento. Tampoco es de esos en los que sientes que la aceleración es excesiva o inmanejable.
Esta versión del 6e tiene una reserva de aceleración adecuada para solventar cualquier circunstancia de conducción. No hace falta más, al menos con una o dos personas a bordo y poco equipaje. No sé cómo se sentirá cargado y tirando de un remolque (puede remolcar hasta 1500 kilogramos). La tracción es en las ruedas traseras.
Hay dos modos de conducción con ajustes prefijados —Normal y Sport— y uno que permite configurar algunos parámetros —Individual—. Este último es el único con el que se puede regular la intensidad de la frenada regenerativa, porque en los otros hay una asignada de manera fija. Hay cuatro niveles, desde uno que prácticamente deja al coche circular por su inercia (nivel Bajo), hasta otro que lo desacelera de manera sensible (nivel Alto; los niveles restantes son Normal y Medio). El nivel Alto no sirve para hacer una conducción de pedal único porque no llega a detener el vehículo.
Echo en falta la posibilidad de alterar la frenada regenerativa en los modos de conducción Normal y Sport (en Normal parece que va en modo Bajo y en Sport en modo Medio) y que no existan unas levas para ello. No obstante, cierto es que con los botones configurables del volante (son dos y están señalados con una estrella, imagen) se puede cambiar de un nivel a otro sin tener que pasar por la pantalla, aunque siempre que estemos conduciendo en el programa Individual. El tacto del pedal del freno es bueno. Tiene un recorrido homogéneo y consistente a lo largo de todo su desplazamiento. A ese respecto, el 6e sí se siente como un Mazda.
No he conducido el Mazda 6e por carreteras sinuosas. En las pocas curvas que he tomado con algo de velocidad (rotondas y rampas de acceso y salida de autopista) me ha dejado una impresión correcta. Tacto de la dirección aparte, la carrocería tiene un balanceo contenido y la sensación de estabilidad y seguridad es elevada.
En lo que concierne al gasto energético, el 6e parece un coche eficiente. En tramos de autopista alemanes, yendo a unos 130 - 140 km/h, el consumo medio ha estado siempre por debajo de 20 kWh/100 km (los tramos eran prácticamente llanos). A ese ritmo no debería ser un problema hacer tiradas de más de 300 kilómetros partiendo con la batería llena (la autonomía homologada de la versión de 68,8 kWh es de 479 km). Esto unido a una decente velocidad de carga con corriente continua (pico de 165 kW y 10 a 80 % en 24 minutos), debería hacer del 6e de batería pequeña un vehículo apropiado para viajes largos. No obstante, cuando probemos el coche por nuestras zonas habituales podremos dar una indicación más precisa sobre su consumo y autonomía.