He conducido dos versiones diferentes del Mazda6 Station Wagon. Una con el motor de gasolina de 2,5 litros y 170 CV y otra con el motor Diesel de 140, las dos en versión Luxury.
La primera impresión del motor Diesel es que resulta más sonoro de lo esperado. Especialmente con el motor frío. Una vez caliente, el rumor se atenúa, si bien al acelerar a fondo, por encima de 2.500 rpm, suena más que varios de sus competidores.
Algunos competidores del Mazda6 tienen motores con mejor respuesta a bajas revoluciones. Uno de los motores Diesel más satisfactorios es el que lleva el Renault Laguna Grand Tour 2.0 dCi de 150 CV (cuyo precio es similar al del Mazda6 Wagon con el motor CRTD de 140 CV, si bien el Mazda tiene un equipamiento ligeramente más rico). El Laguna resulta más suave, silencioso y con mejor respuesta a bajas revoluciones. En contrapartida consume más: 6,1 litros cada 100 km frente a los 5,7 del Mazda6.
El nuevo motor de gasolina de 2,5 l y 170 CV también se deja oír en el interior, si bien su sonido es más agradable que el del Diesel. Para hablar con conocimiento de su respuesta necesito hacer más kilómetros y medir sus prestaciones, pero la primera impresión es que se trata de un motor agradable, unido a un cambio de seis relaciones bien adaptado. (Suscribo las impresiones de conducción de Enrique Calle. Todo lo que él cuenta para la berlina es aplicable a la versión familiar)
Enrique dice en sus comentarios sobre conducción de la carrocería de 4 puertas que la dirección resulta demasiado suave. Yo también he tenido esa sensación con la versión de gasolina de 170 CV, que he conducido únicamente por autovía. Por encima de 120 km/h resulta una dirección imprecisa en los movimientos típicos del volante en una autovía, para cambiar de carril o para trazar curvas de radio amplio. Con las ruedas rectas o poco giradas, le dirección es demasiado suave e imprecisa.
Curiosamente, no he tenido la misma impresión con las versiones Diesel que he conducido. Apenas las he llevado por autovía, pero no he notado la misma imprecisión. Quizá porque el motor Diesel pesa más, o porque era otro asfalto, con el motor Diesel no he percibido esa imprecisión alrededor de la zona de dirección recta. Donde sí he conducido el motor Diesel durante un buen número de kilómetros ha sido en carreteras de montaña, con muchas curvas muy lentas. En estas condiciones la dirección me ha parecido satisfactoria.
En estas carreteras, con bastante tráfico lento, no he podido probar la estabilidad del coche, básicamente porque las curvas eran demasiado lentas en una carretera estrecha, sin visibilidad. La sensación es que el morro entra bien en las curvas. Con ninguno de los dos motores la suspensión es especialmente confortable. En Italia, donde he conducido el coche, las autovías están llenas de puentes con juntas de dilatación, con un acabado poco refinado. (Algunas están peor terminadas que las españolas). Al pasar por esas juntas transversales, los ocupantes perciben la irregularidad con demasiada brusquedad.
Las dos unidades que he conducido llevaban idéntico neumático: Dunlop Sport 2050 en medidas 225/45 en llanta de 18"