En nuestra primera experiencia de conducción con un Mercedes-Benz E 300 de hemos hecho un recorrido 118 kilómetros, de los que 15 han sido por ciudad (la gran mayoría por Madrid Central) y el resto por autovía, vías secundarias y carreteras de circunvalación. Lo iniciamos con la batería al 90 %, lo que según el ordenador de viaje permitía desplazarnos 32 kilómetros en modo eléctrico, y utilizamos el modo HYBRID y Comfort. Íbamos dos personas a bordo con el climatizador permanentemente en modo Auto a 21 ºC. La temperatura exterior varió entre 22 y 26 ºC y la conducción fue suave y ágil.
Al concluir el trayecto, en el que invertimos 2 horas y 25 minutos, en la instrumentación se podía leer que habíamos viajado a una velocidad media de 49 km/h, que habíamos consumo una media de 3,7 l/100 km de carburante Diesel y una media de 8,1 kWh/100 km de electricidad. La carga de la batería quedó en un 9 % (la autonomía eléctrica indicada era 0 km) y no bajó de ahí. El ordenador indicaba que, de los 118 kilómetros totales, hicimos 58 con el motor de combustión apagado (y un tiempo de 1 hora y 43 minutos). Los primeros 10 kilómetros de ciudad, por Madrid Central, en los que el motor de combustión no intervino, el consumo eléctrico fue 35,3 kWh/100 km.
Del grupo de periodistas que hicimos este mismo recorrido, en el mismo día y a la misma hora, otra pareja y nosotros fuimos los que menos Diesel consumimos. Los que más obtuvieron una media de 4,7 l/100 km. No condujimos con la intención de ser lo más eficientes posible, al menos en nuestro caso (no sabemos cómo lo hizo el resto de personas, pero nadie era consciente de que el consumo de todos los asistenten a la presentación iba a ser registrado por el personal de Mercedes-Benz).
A la luz de esta información, y a falta de que hagamos más pruebas en distintas condiciones, el Mercedes-Benz E 300 de es un coche con el que se pueden conseguir cifras de consumo muy bajas, sorprendentes para su potencia (306 CV), dimensiones (la carrocería mide 4,92 metrosde longitud) y peso (2060 kg).
Conducir en ciudad solo con el motor eléctrico es una experiencia muy placentera por el silencio y la suavidad con la que rueda el Clase E. Quizás en este Mercedes-Benz lo sea más que en muchos otros coches puramente eléctricos porque es un modelo con un buen aislamiento acústico y una suspensión muy confortable. La entrada en acción del motor de combustión se produce con suavidad y este, a velocidades medias y altas, se oye muy poco desde el interior.
Si el nivel de carga de la batería es alto, no hay problema para desplazarse en modo eléctrico al ritmo normal del tráfico. Hay dos maneras para saber la demanda de energía eléctrica que está haciendo en cada instante y cómo de cercano se encuentra el momento en que, si solicita más aceleración, el motor Diesel arrancará. La primera es mirando un indicador de la instrumentación que consiste en un segmento que se rellena según se pisa el acelerador (imagen, tiene el nombre de «Power»). Si está totalmente lleno, quiere decir que se está utilizando toda la energía eléctrica que el sistema es capaz de dar en ese momento.
La segunda manera es mediante el pedal del acelerador. En el recorrido de este pedal hay una resistencia que al sobrepasarla se manda la orden de arrancar el motor de combustión. El punto donde se siente esta resistencia varía en función de la carga de la batería. Está hacia la mitad del recorrido si está llena y va acercándose hasta casi al principio según se va consumiendo la carga. Es una especie de kick-down virtual y adicional al kick-down tradicional que este coche tiene al final del recorrido.