El motor 1.8 16V de 114 CV de potencia no es capaz de mover el Almera Tino con la misma soltura que otros monovolúmenes de potencia similar. Se muestra «perezoso» por debajo de 4.000 rpm y tampoco da mucha sensación de potencia desde este régimen hasta 6.300 rpm (donde empieza la zona roja del cuentavueltas), a pesar de tener admisión variable que, en principio, mejora su respuesta a cualquier régimen. De hecho, no merece la pena subir más allá de 6.000 rpm (el régimen de potencia máxima está a 5.600 rpm), salvo cuando es imprescindible que el motor quede lo más alto de régimen posible, tras cambiar a una marcha más larga.
Al acelerar, la falta de empuje es evidente y obliga a recurrir a las marchas cortas para ganar velocidad con mayor agilidad; no estamos hablando de «ir de carreras», sino de mantener un ritmo normalmente rápido con el coche vacío o normal con él cargado. Hay dos factores que repercuten negativamente en las prestaciones: uno, el Tino es muy pesado: 1.370 kg (relación peso/potencia es 12 kg/CV; otro, que nuestra unidad de pruebas tenía unos neumáticos 205/55 VR16 sobre llantas de aleación opcionales que alargan ligeramente el desarrollo del cambio (35,5 km/h en 5ª a 1.000 rpm frente a 34,6 km/h con los neumáticos 195/65 VR 15 de serie). Estos dos factores desfavorables le llevan a necesitar casi 300 m en nuestra prueba de adelantamiento desde 100 km/h y 22 segundos para recuperar de 80 a 120 km/h en 5ª.
En una zona llana, el motor no es capaz de superar 5.000 rpm en quinta marcha (la velocidad máxima la da en cuarta) y, en cuanto llegamos a una subida, a duras penas mantiene la velocidad. La aguja del velocímetro comienza a caer y el coche pide exprimir la cuarta si queremos mantenerla. Y esto, con el coche vacío, a plena carga la cosa es todavía peor.
Esta necesidad de recurrir a marchas cortas para mantener un ritmo entre 120 y 140 km/h lo hace especialmente ruidoso y repercute en el consumo. En nuestra prueba hemos medido un consumo medio de 12,4 l/100 km circulando a un ritmo ágil por ciudad y carretera, pero el consumo se disparó hasta 15,1 l/100 km tras realizar una conducción exigente y exprimir la potencia del motor.