Este Astra acelera menos que otros coches de este tamaño con motor de 1,6 l y potencia sobre 100 CV. Son más rápidos, por ejemplo, el Citroën Xsara y el Peugeot 307 (que tienen el mismo motor y es muy bueno), el Honda Civic, el Mazda 3, el Renault Mégane (que tiene 113 CV) o el Ford Focus.
La impresión que daba el motor es que le faltaba rodaje, aunque realmente no era así. A medio régimen su respuesta es buena, pero a régimen alto perdía fuerza de una manera poco común en motores que dan la potencia máxima a 6.000 rpm.
He medido el adelantamiento desde 80 km/h de dos maneras: bien saliendo desde segunda velocidad a unos 5.800 rpm y cambiando a tercera a unos 90 km/h (6.500 rpm), o bien saliendo directamente desde tercera a 3.850 rpm. El resultado es que da exactamente igual, la potencia que hace el coche en los dos casos es la misma. En este caso, el adelantamiento acaba por encima de unos 110 km/h.
Los resultados que hemos medido en recuperación son mucho mejores que los de aceleración; es decir, el Astra deja circular en marchas largas con más reserva de aceleración que otros coches parecidos. Esa buena respuesta en recuperación no se debe a que los desarrollos sean cortos. De hecho, el desarrollo es largo con relación a la velocidad máxima del coche (185 km/h a 5.600 rpm).
En este recorrido ha gastado 9,7 l/100 km, que está dentro de lo normal para un coche de estas características. Prácticamente todo el recorrido lo hice en quinta y con el motor a unas 4.500 rpm. En uso normal, a medias entre carretera y ciudad, puede gastar en torno a 9 l/100 km.
En este tipo de recorrido, el consumo depende en gran medida del desarrollo. El consumo máximo que he medido, por carretera de curvas lentas, ha sido 13,4 l/100 km.
No es un coche silencioso. El motor, por encima de 4.000 rpm (130 km/h en 5ª) hace un ruido grave de fondo. También se oye un ruido aerodinámico, principalmente lateral (desde los retrovisores hacia atrás).