Tanto los Opel Signum como los Opel Vectra tienen una suspensión suave y confortable en términos generales, puede satisfacer a la mayor parte de los compradores.
Pero —en mi opinión— tiene una forma especial de amortiguar las irregularidades de la carretera. Tiene un recorrido inicial de suspensión que no absorbe mucho los baches pequeños. No los transmite como si fueran un golpe seco, sino que da la impresión de que los amortigua sin evitar que la carrocería se mueva. Al pasar por esos baches pequeños, una suspensión dura daría un movimiento a la carrocería corto y rápido, y una suspensión muy absorbente no daría casi movimiento a la carrocería; el Signum 2.2 DGI no hace ni una cosa ni otra.
Por lo demás, me ha parecido un coche cómodo. Sólo en ocasiones concretas (conduciendo rápido con el coche cargado en carreteras con badenes largos), he echado en falta una amortiguación un poco más firme, que permita menos oscilaciones de la carrocería.
En carreteras con curvas se nota que es un coche pesado en que no cambia de apoyo con mucha rapidez. Tiene un tacto de dirección que no informa mucho de lo que ocurre entre las ruedas y la carretera.
Una vez acostumbrado a sus reacciones, se aprecia que es un coche con un gran agarre lateral (al menos con los neumáticos Continental Sport Contact en medidas 225/45 R17 que traía nuestra unidad de pruebas) y con muy poca tendencia a perder la trayectoria por sobreviraje, por ello es un coche seguro (tiene control de estabilidad de serie no desconectable).