Tomando nuestras mediciones como referencia, el Peugeot 308 está en la media por espacio interior. Sólo queda ligeramente por debajo en la medición de espacio para las piernas de los ocupantes de las plazas posteriores (67 centímetros), donde está superado por un buen número de alternativas. Dos de las que tienen más espacio en esta medición son el Hyundai i30 (73 cm) y el Volkswagen Golf (71 cm). Entre los que son peores que el Peugeot están el Renault Mégane o el Citroën C4.
Si lleva instalado el techo solar, se pierden aproximadamente unos cuatros centímetros de altura al techo, tanto en los asientos delanteros como en los posteriores. Esta reducción de altura debida al techo solar no es determinante porque aún así hay espacio de sobra para ocupantes de estatura elevada.
Sentar a un niño pequeño en su sillita no es complicado porque la puerta tiene una forma que facilita colocarlo y acceder al cinturón de seguridad. Las ventanillas traseras pueden bloquearse desde un mando al alcance del conductor (imagen) y estar sobretintadas para evitar que entre mucho sol a estas plazas y hay una toma de corriente de 230 V en la consola (imagen) donde conectar una pantalla para entretener a los niños o simplemente recargar el móvil. El airbag delantero del acompañante se puede desconectar con facilidad (imagen del mando) por si se necesita usar esa plaza para llevar una sillita infantil.
La configuración de la instrumentación es similar a la que Peugeot estrenó con el 208 (información del Peugeot 208). Se caracteriza porque el puesto de conducción está diseñado para que el cuadro de instrumentos se vea por encima del volante (Peugeot denomina a esta solución «i-cockpit»). La intención de Peugeot con este sistema es reducir la pérdida de atención que supone bajar mucho la vista de la carretera para consultar la instrumentación. Es difícil saber hasta qué punto Peugeot lo consigue, pero desde luego nos parece que es una instrumentación que se consulta con facilidad.
Para que el volante no tape la instrumentación Peugeot ha hecho dos cosas. La primera, reducir su diámetro; al principio la sensación es extraña, parecida a la misma que se tiene al coger el volante de un kart, pero con el tiempo uno se acostumbra y, en mi caso, hasta resulta agradable a la hora de maniobrar. La segunda, es que la regulación en altura sea pequeña. Y esto a su vez ha obligado a hacer un volante con la mitad inferior ovalada y achatada en su parte más baja para dejar espacio a las piernas. Con el mismo fin, su diámetro es reducido y está achatado por su parte superior.
El pomo del cambio de marchas es de aluminio. Tal vez estéticamente sea algo acertado, pero funcionalmente no lo es: en invierno, que es cuando hemos probado el coche, el pomo se queda muy frío, siendo muy desagradable manejarlo hasta que se templa. Esto sucede dejando el coche en el garaje, en la calle deberá ser mucho peor.
No es un puesto de conducción con grandes posibilidades de ajuste, pero nos hemos sentido cómodos. En cualquier caso, en este coche quizás más que en otros, nos parece recomendable probar bien el puesto de conducción del Peugeot 308 antes de tomar una decisión. Los asientos delanteros (imagen) nos han parecido cómodos y no demasiado resbaladizos a pesar de ir tapizados en cuero en las unidades probadas.
Otro aspecto importante del interior es que Peugeot ha eliminado la mayor parte de los botones de la consola (incluidos los del climatizador) y en su lugar ha colocado una pantalla táctil de 9,7 pulgadas de tamaño (la que lleva un Peugeot 208 es de 7 pulgadas). Esta pantalla (imagen) es de serie en las versiones intermedias y altas de la gama (que según Peugeot serán las de mayores ventas), mientras que en la versión de menor equipamiento (Access) se remplaza esa pantalla táctil por una consola tradicional. Éste es el aspecto del salpicadero de las versiones con dicha pantalla y éste es el aspecto de la consola de las versiones de acceso a la gama.
Me parece que esta pantalla táctil está mejor resuelta que la del Peugeot 208 porque responde con mayor rapidez a las pulsaciones con los dedos, es necesario hacer menos fuerza sobre ella y, sobre todo, porque su estructura de «menús» es mucho más sencilla de comprender. En los laterales de esta pantalla hay unos botones (que funcionan al contacto con los dedos; no se hunden como unos normales) que dan acceso a las diversas funciones posibles (navegación, sonido, climatización, teléfono y otros ajustes). Como estos botones no se reconocen al tacto, también hay que retirar la vista de la carretera para encontrarlos. Nosotros hemos echado de menos algún botón físico en la consola para manejar directamente, sin tener que acceder al menú correspondiente, alguna función, como la selección de temperatura. Por ejemplo, si está puesta la pantalla del navegador y queremos cambiar la temperatura hay que pulsar tres veces, en sitios distintos (selección pantalla del climatizador, botón de ajuste de la temperatura y botón del mapa para volver a visualizar la ruta), con la correspondiente pérdida de atención a la conducción.
Nos parece curioso que el Peugeot 308 no pueda tener un sistema de reconocimiento de órdenes vocales, que podría ser un buen complemento para compensar la atención que requiere esta pantalla para manejarla. Hay algunas funciones que se pueden manejar desde los mandos del volante (modificar el volumen y acceder al listado de emisoras de radio) o con el botón que hay en la palanca de los limpiaparabrisas (ordenador de viaje).
Las dos unidades de pruebas eran Allure, las de mayor cantidad de equipamiento, y además tenían instaladas dos opciones: un paquete que tiene regulaciones eléctricas y memorias para el asiento del conductor (en el del pasajero los ajustes son manuales) y función masaje (para los dos asientos delanteros); la función masaje puede llevar a equívocos, pues básicamente consiste en que la cámara hinchable de la regulación lumbar presiona la espalda desplazándose arriba y abajo por esa zona con diferentes grados de intensidad. Es decir, se trata de una función masaje bastante básica. Los mandos de las memorias, el apoyo lumbar y el masaje están colocados en el asiento (imagen) y son casi imposibles de ver una vez sentados (habría sido una buena idea colocar estas funciones que se usan poco en la pantalla). La otra opción era la de tapicería de cuero y calefacción en los asientos delanteros, cuyo funcionamiento nos ha parecido bien logrado porque mantienen la temperatura constante, sin picos que resulten molestos.
El maletero tiene 398 litros de capacidad, 50 más que la generación anterior del Peugeot 308 (ficha comparativa). Esos 398 litros no incluyen los 22 que hay bajo el fondo, parte de ellos ocupados por una rueda de repuesto de medidas de emergencia. Si se abaten los asientos posteriores, queda un escalón entre los respaldos y el piso del maletero.
El interior del Peugeot 308 no está muy bien surtido de huecos para depositar objetos. El hueco que hay justo por delante de la palanca de cambios es poco profundo (imagen) y además, si ahí se pone algo, se ocultan los mandos que regulan la calefacción en los asientos (si están instalados). El hueco con tapa que hay detrás del freno de estacionamiento tampoco es especialmente grande (y el acceso algo estrecho para personas de manos grandes), aunque ahí sí que caben, por ejemplo, la cartera, las llaves y el teléfono. En una posición más retrasada, bajo el reposabrazos, hay otro receptáculo de mayor tamaño (imagen) aunque no es muy cómodo para usarlo mientras se conduce porque queda muy retrasado respecto al cuerpo.
Los materiales que Peugeot utiliza en el interior transmiten buena calidad y da la impresión de que las diferentes piezas están bien ensambladas entre sí con precisión, con delgadas ranuras entre ellas. La sensación general que queda es que se trata de un coche, sólido, hecho con cuidado. Hay algún detalle que me ha llamado la atención negativamente, como que desde dentro se ve parte de la chapa que conforma el marco de la puerta.