Renault Clio (2019) | Impresiones de conducción
A pesar de que el Clio 2019 tiene una plataforma completamente distinta a la del modelo anterior, sus reacciones y las sensaciones al volante no difieren demasiado. Se trata, por lo tanto, de un vehículo con una conducción sencilla y agradable.
Los mandos principales —dirección, suspensión y pedales— oponen poca resistencia al uso. La dirección es poco comunicativa y la palanca de cambios tiene recorridos largos. Al principio, esta suavidad en el manejo puede no agradar a todo el mundo: es una sensación que habitualmente transmiten los Renault. Con el paso de los kilómetros, uno se da cuenta de que las marchas entran siempre (y tan rápido como se desea), que el coche va por donde quiere el conductor y que reacciona muy bien ante circunstancias comprometidas. Con el uso, uno se acaba sintiendo cómodo en el Clio.
Lo mejor del Renault Clio es que transmite una sensación de seguridad y estabilidad muy altas en carreteras rápidas, propia de modelos más grandes. También reaccionó muy bien en nuestra maniobra de esquiva en circuito. Es mucho mejor coche que un Toyota Yaris para hacer desplazamientos largos por carretera, aunque en ciudad se maneja peor (porque es más grande y porque necesita más espacio para girar). El Ford Fiesta también va muy bien en vías rápidas. Una de las grandes diferencias entre el Clio y el Fiesta es que los mandos de este último oponen un poco más de resistencia al ser accionados: parecen un poco más sólidos y firmes en su manejo. Por ello, al principio, el Fiesta puede parecer un coche de mayor calidad y mejor ajustado.
El aislamiento acústico del habitáculo es muy bueno. Las tres fuentes principales de ruido (motor, rodadura y aire) llegan bien filtradas al interior y no suponen un problema de cara a realizar viajes de varias horas. En este sentido, me parece que está, por lo menos, al mismo nivel que modelos como el Volkswagen Polo o el Ford Fiesta.
Hemos probado las versiones 1.0 TCe de 101 CV (gasolina) y blue dCi de 86 caballos (Diesel). El motor de gasolina vibra más al ralentí (es de tres cilindros) y tiene menos fuerza al comenzar la marcha. Cuesta un poco dosificar su potencia con total precisión; a veces se acelera un poco más de lo deseado sin querar y, en otras ocasiones, produce una pequeña sacudida al levantar el pie del acelerador. Es un motor al que, poco a poco, se le va cogiendo el tranquillo, pero que al principio no resulta del todo agradable, sobre todo si antes nos hemos montado en el Diesel de 86 caballos. Este es una delicia por lo poco que vibra (para ser Diesel) y porque siempre parece dispuesto a obedecer las órdenes que el conductor da con el acelerador. Además su entrega de potencia se puede dosificar a la perfección. Es un motor muy agradable, cuyos mayores inconveniente son el precio y el estigma actual hacia los motores de este combustible.
La ventaja del gasolina de 101 caballos frente al Diesel es de precio y de prestaciones máximas. Con el Clio TCe 100 se puede viajar a un ritmo mayor, aunque para que ello sea posible haya que estar más pendiente del cambio de marchas. Si, por ejemplo, vamos por una autovía y llegamos a una cuesta del 5% de desnivel, es necesario cambiar cuarta para no perder velocidad. Si la orografía no tiene grandes complicaciones, con este Renault Clio se puede viajar en la marcha más larga de forma casi constante, a buen ritmo y con un bajo nivel de ruido.
El Diesel da menores prestaciones que el de gasolina, pero se trata de un motor que, por su forma de entregar la potencia, cunde mucho y exige poca atención a su conductor en el uso del cambio de marchas: a veces responde casi igual vaya en una marcha determinada, en la anterior o en la siguiente. En nuestras mediciones de aceleración máxima queda reflejado que el gasolina es claramente más rápido, pues ha necesitado 8,4 segundos para pasar de 80 a 120 km/h por 10,4 del Diesel.
En el consumo también hay una diferencia notable, en este caso a favor del Diesel, cuyo consumo medio está normalmente en torno a los 5 litros. No es fácil que gaste más de 6 salvo que se conduzca deprisa de forma constante o las circunstancias sean desfavorables. En nuestro recorrido de consumo por autopista (que es de ida y vuelta en un recorrido de 143,3 kilómetros con varias pendientes fuertes y que tratamos de completar a una media de 120 km/h), el ordenador de viaje indicó 4,9 l/100 km. El consumo del TCe 100 es más alto en todo momento. En el mismo recorrido señalado anteriormente gastó 6,3 l/100 km (también de ordenador). Si hay mucha ciudad o se conduce deprisa, el consumo suele estar por encima de 7,0 l/100 km.
El motor que deja mejor sabor de boca es el 1,3 de 131 CV. Tiene cuatro cilindros, funciona con mucha suavidad en todo el rango de revoluciones y tiene mucha fuerza en casi cualquier momento, por lo que permite circular con agilidad sin necesidad de recurrir al cambio de marchas. Además, su sonido también es mucho más armónico que el de 101 CV. Este motor hace del Renault Clio un coche veloz y agradable. La transmisión automática de doble embrague «EDC7», no es un prodigio de rapidez, pero cambia con mucha suavidad.