El interior del Mégane Sedán destaca por el espacio disponible para las piernas de los ocupantes traseros y la cantidad de sitios que hay donde guardar objetos.
La amplitud se debe a que la batalla es 61 mm más larga que la de la berlina; comparándo la habitabilidad trasera del Mégane Sedán con la de los coches de cuatro o cinco puertas que hemos medido de su segmento, el Renault es uno de los que tiene más espacio para las piernas en las plazas traseras.
Dos adultos pueden ir cómodamente sentados detrás siempre que no sean muy altos, puesto que la altura trasera, debido a la caída del techo, es 5 cm menor que en la berlina o el Grand Tour. Respecto a éstos, el respaldo trasero está dos grados más inclinado.
Otra cualidad positiva es la cantidad de huecos que hay repartidos por el habitáculo, que suman hasta un total de once.
En las puertas delanteras hay dos (además de la habitual bolsa existe una guantera oculta bajo el apoyacodos) y en el apoyacodos central hay un cajón con tapa.
Además de la guantera del salpicadero que es de gran tamaño y muy profunda, existe bajo los pies de conductor y pasajero delantero otros huecos con tapa donde guardar más cosas (la documentación del coche cabe perfectamente).
Delante de los portabotes, que están en la parte inferior de la cónsola, hay una pequeña repisa, con la superficie tapizada donde se pueden dejar unas llaves o un bolígrafo. El conductor dispone de un porta-gafas situado en el techo, en la ubicación habitual del asidero.
En la parte trasera del coche hay dos lugares donde dejar objetos: las bolsas de las puertas y la guantera con tapa que hay sobre la bandeja posterior.
Los asientos de la versión que hemos probado estaban tapizados con cuero en los laterales y con tela en su parte central. Son cómodos y ofrecen una sujeción correcta para un uso normal. En carreteras con muchas curvas y a ritmo rápido, se echa de menos algo más de apoyo; en estas circunstancias la pierna derecha va golpeándose contra el plástico de la consola central.
El asiento del conductor es regulable en altura, al igual que el volante, que además permite regularlo en profundidad, siendo fácil encontrar una postura cómoda para conducir. La banqueta está situada más arriba de lo habitual.
El acabado Privilege, que es el que llevaba el modelo que hemos probado, tiene el salpicadero en dos tonos. La parte superior, de color oscuro, estaba hecha con un plástico de tacto blando. La inferior, de color claro (similar a la tapicería del coche) era un plástico rugoso y duro pero con buen aspecto. El embellecedor de la consola central está hecha con un plástico pintado de tacto blando y agradable.
Nuestra unidad tenía sistema de entrada y arranque sin llave, un accesorio que puede parecer superfluo pero que se echa mucho de menos cuando volvemos a utilizar un coche que no lo tiene.
Las luces, halógenas, tienen conexión automática y hay un sensor de lluvia para el limpiaparabrisas. El climatizador cumple correctamente con su objetivo y los mandos estaban bien situados, aunque yo hubiese preferido que estuviesen más agrupados.
El cierre centralizado, de conexión automática al superar los 10 km/h (se puede desactivar está posibilidad), tiene un interruptor en la consola central para actuar sobre él manualmente. De día es imposible saber si llevamos el cierre echado o no, puesto que la luz roja del interruptor es muy tenue y sólo se distingue de noche.
Las plazas traseras tienen cortinillas en las ventanas laterales, aunque no cubren la totalidad del cristal, y otra para la luna trasera.
El maletero, con 520 litros de capacidad tiene una boca de carga de dimensiones 42 x 94 cm (alto y ancho), es muy profundo y está comunicado, mediante una tapa, con el habitáculo.