El Scénic es seguro y confortable, dos características que hacen de él un coche muy recomendable entre los monovolúmenes de este tamaño. Ahora bien, me parece que este Scénic no se distingue de la competencia por su agilidad, como sí ocurría con la anterior generación.
El anterior Scénic llamaba la atención por su agilidad y maniobrabilidad. El nuevo es muy estable y posiblemente más seguro, pero se siente más grande que el otro. Esto es perceptible en carreteras lentas y en ciudad. Esa percepción puede estar influida por el hecho de que el espacio alrededor del conductor es mayor, especialmente la distancia hasta la base del parabrisas (al conducir este Scénic me he acordado del primer Espace).
Aunque no tenga esa agilidad del anterior Scénic, no es uno de los monovolúmenes más torpes. Por ejemplo, me parece más fácil de conducir por ciudad o carreteras de curvas que un Citroën Picasso o un Opel Zafira.
De todas maneras, me queda la duda de si con otros neumáticos el Scénic tendría otro tacto; lo he probado con unos Michelin Energy que quizá ahorren mucho combustible (lo ignoro), pero que se agarran más bien poco. Si el coche fuera mío, probaría otros neumáticos para buscar más agarre, aunque eso aumentase el consumo.
La carrocería no se siente pesada normalmente. Hay dos tipos de suelo irregular: los que mueven principalmente a las ruedas y los que mueven principalmente a la carrocería. Sobre los primeros, el Scénic no resulta seco, aunque tampoco es de los que mejor filtran esos baches cortos.
En las irregularidades que afectan más a la carrocería que a las ruedas, sí se puede apreciar un movimiento vertical amplio; por ejemplo al pasar un cambio de rasante o sobre esas zonas de la carretera que se han hundido sin provocar un agujero.
Aunque a primera vista la suspensión me ha parecido blanda en esas condiciones, después de conducirlo más me he dado cuenta que el Scénic está bien amortiguado. Los movimientos de la carrocería en esos casos pueden ser muy amplios, pero no se producen rebotes.
En cambios de apoyo (por ejemplo, en una maniobra de esquive) es donde más se nota que un monovolumen no reacciona como un turismo, pero incluso en ese caso me parece mejor que otros monovolúmenes. De los monovolúmenes Diesel de esta potencia, este Scénic y el Nissan Tino en versión de 112 CV son los dos más ligeros.
Como el Mégane, el Scénic lleva opcionalmente el control de estabilidad de segunda generación y me parece muy recomendable. En caso de sobreviraje funciona igual de bien que otros sistemas y contiene el movimiento de la carrocería con eficacia. No es que tenga mucho trabajo en ese caso, porque es difícil hacer que el Scénic sobrevire.
En caso de subviraje necesita más tiempo para reaccionar que en caso de sobreviraje. La impresión que da es que el sobreviraje lo corrige cuando empieza a producirse, y el subviraje después de que se produzca. El efecto que tiene esto en carretera es que es claramente observable que, si se entra demasiado rápido en una curva, el coche tiende a seguir recto unos instantes antes de que el control de estabilidad lo frene y lo reconduzca.
Los frenos han aguantado bien, algo más necesario en un coche previsto para ir cargado que en un turismo normal. El cambio no es rápido, pero eso sólo en un tipo de conducción que no es la normal, o cuando se intenta cambiar lo más rápido posible en medio de un adelantamiento, por ejemplo.