En carreteras amplias o algo sinuosas, con asfalto generalmente en buen estado y un ritmo de marcha ágil, las reacciones del 9-3 Cabrio son muy parecidas a las del 9-3 Sport Sedán, salvo porque se escucha más el ruido del viento (incluso con el techo desplegado), y porque las suspensiones parecen ligeramente más suaves; tienen más capacidad para absorber ciertas irregularidades. En esas circunstancias, el coche transmite buenas sensaciones y resulta agradable de conducir.
Con el techo bajado, pero con el deflector colocado detrás de los asientos delanteros y la ventanillas subidas se puede viajar bien protegido del viento, notando poco su azote hasta una velocidad más bien alta (unos 140 km/h).
Sin el deflector o con las ventanillas bajadas se notan muchas más turbulencias y corrientes laterales de aire. Para ir con cierta comodidad en esta configuración es necesario ir a una velocidad mucho más baja. En cualquier caso el uso de una gorra es fundamental para evitar que el aire que pasa por encima del parabrisas azote incómodamente el cabello.
He probado la versión de 175 CV (con cambio manual y automático) y la de 210 CV (con caja manual de seis velocidades o automática con mandos en el volante). El cambio automático es muy suave (da poco tirón) al cambiar a una marcha superior o inferior.
Este cambio de marchas no tiene interruptor de «kick down» al final del recorrido del acelerador. No me ha parecido muy rápido el cambio manual de seis velocidades (asociado al motor de 209 CV), sobre todo de primera a segunda velocidad.
Los asientos delanteros son amplios y recogen convenientemente el cuerpo, dos personas se pueden sentir bien delante; según nuestras mediciones, el «Cabrio» es 3 centímetros más ancho que el «Sport Sedan» y la altura es casi la misma. En las plazas traseras la cosa cambia; es muy estrecho (sólo 104 centímetros) y el espacio para las piernas es corto (62 centímetros, tampoco mucho menos que el cuatro puertas; 64 centímetros). El tamaño en las plazas traseras es equiparable al del Audi Cabrio.
Llevar cuatro personas en el coche limita también la comodidad de los pasajeros delanteros, pues no se puede colocar el deflector. Esto es una característica común a los descapotables de cuatro plazas.