Los motores de inyección directa FSI del Grupo Volkswagen ahora funcionan siempre con mezcla homogénea. Antes podían trabajar, bajo ciertas condiciones de carga y régimen, con mezcla pobre (más información de este motor en el anterior Audi A4).
Estas modificaciones no han supuesto cambios apreciables desde un punto de vista práctico: según nuestras mediciones en distintos modelos, los FSI que podían trabajar con mezcla pobre dan las mismas prestaciones que los nuevos de mezcla homogénea y tienen una respuesta al acelerador muy parecida. Las diferencia de consumo que hay entre unos y otros puede estar más influenciado por los desarrollos de transmisión que por otros factores.
Skoda sigue recomendando en este motor gasolina de RON 98 (la relación de compresión sigue siendo alta: 11,5 a 1), y advierte que con la RON 95, «puede haber una ligera pérdida de potencia».
En nuestras mediciones habituales con distintos motores «FSI» tampoco hemos obtenido prestaciones distintas por usar un combustible u otro, al menos con ambiente fresco (que es como hacemos las prestaciones, en la medida de lo posible)
El consumo de combustible del Octavia 2.0 FSI es contenido, pero no especialmente bajo. En un recorrido por carretera de doble sentido y autovía, a una media de 127 km/h pero con frecuentes cambios a causa del tráfico en la primera mitad del recorrido, gastó 9,0 l/100 km.
En unas condiciones similares, pero a un media de 109 km/h consumió 7,4 l/100 km. El consumo por carreteras secundarias con curvas medias o rápidas, conduciendo a buen ritmo y aprovechando en ocasiones toda la capacidad de aceleración, consumió unos 10 l/100 km. El consumo máximo en carreteras lentas es unos 16,5 l/100 km.
Las indicaciones del ordenador de viaje han estado entorno a 0,2 litros por debajo de las que hemos obtenido llenando el depósito hasta la boca.
Si el consumo es moderado, se puede deber —más que a otros factores— a los desarrollos de transmisión; un Passat 2.0 FSI va más corto de desarrollos y gasta algo más. El Octavia 2.0 FSI tiene una sexta más bien larga, de 38,8 km/h cada 1.000 rpm (es decir a 6.000 rpm, que es la potencia máxima el coche rodaría a 232 km/h). Con la sexta engranada, el Octavia no acelera rápido pero es más que suficiente para mantener la velocidad si no hay rampas muy pronunciadas. En un desplazamiento por autopista no es frecuente tener que reducir a quinta si el tráfico es fluido.
El Škoda Octavia 2.0 FSI (también un Audi A4 y un Passat FSI) acelera un poco menos que otras berlinas también con motor atmosférico y una potencia similar, como un Citroën C5 2.0 16V 143 CV o un Honda Accord 4p 2.0 i-VTEC (155 CV) o un Ford Mondeo 2.0 5p. En cualquier caso, la diferencia no es grande. Sí hay una diferencia apreciable si lo comparamos con motores turbo de esta potencia, como un Skoda Superb 1.8 T o un Saab 9-3 Sport Sedan 1.8t (ambos de 150 CV).
Esta versión me parece una buena compra para quien dé preferencia al silencio y a la suavidad que a las prestaciones. El 2.0 TDI es más rápido en cualquier caso, pero también más áspero y ruidoso sobre todo en circulación urbana.
El 2.0 FSI es agradable porque la respuesta al acelerador es rápida y porque tiene un margen de utilización particularmente amplio: se mueve son soltura a bajo régimen (es cómodo de conducir en ciudad) y llega hasta unas 6.600 rpm con cierta rapidez. No es un motor explosivo a alto régimen, por ello no tiene más capacidad de aceleración.
El régimen de giro de este motor es 6.900 rpm y el cuentarevoluciones está graduado hasta 7.000 rpm. En la mayor parte de los coches, no es frecuente llegar al final del cuentarevoluciones.