He probado el Škoda Octavia con motor de gasolina de 150 caballos, así como el Diesel de 116 caballos con cambio manual.
Este último me ha parecido que tiene un equilibrio sensacional entre prestaciones, consumo y agrado de uso en cualquier condición. El único «pero» que se le puede poner es que, especialmente a baja velocidad, no tiene la suavidad de funcionamiento del motor de gasolina. Por lo demás, tiene muy buena respuesta, se nota lleno a casi cualquier régimen y da una aceleración que, en principio, me ha parecido elevada para sus 116 caballos (lo comprobaremos cuando podamos hacer nuestras mediciones habituales). En un uso normal y cotidiano, no parece que este Diesel sea claramente más lento que el gasolina de 150 CV. La ventaja de prestaciones de este motor de gasolina se nota cuando se lleva en motor hasta un régimen alto, pero no en una utilización rutinaria.
Otra cosa que me ha gustado mucho en los Octavia Diesel que he probado (todos con 116 CV) es el buen tacto que tiene de dirección. El de gasolina, en comparación, tiene una que parece más ligera y un eje delantero que transmite, bajo mi punto de vista, menor información al conductor. El Diesel, en general, puede dar más confianza desde un principio y es muy sencillo encontrarse cómodo a sus mandos.
El motor de gasolina de 150 caballos es más silencioso en tráfico urbano y cuando se pisa a fondo. Además, tiene la ventaja de que va asociado a un cambio automático (DSG 7 velocidades) que facilita la conducción y funciona muy bien: es suave y rápido eligiendo marchas. Su consumo es bajo a velocidades sostenidas y legales por autovía, donde he visto que es factible estar por debajo de 6,0 l/100 km. En recorridos menos favorables, con cambios de ritmo o incursiones en tráfico urbano, el gasto aumenta rápidamente, aunque nunca llega a ser elevado. El motor Diesel, por el contrario, tiene un consumo muy bajo casi siempre porque es menos sensible al tipo de utilización.
También he probado el motor de gasolina de 150 CV y el Diesel de 116 asociados al nivel de equipamiento Sportline (que implica una dirección de 2,1 vueltas de tope a tope —en lugar de 2,6— y una suspensión de altura rebajada). Me parece una opción interesante ya que no se pierde mucha comodidad de marcha respecto a la configuración de serie y el coche transmite la impresión de ser algo más ágil y preciso. En definitiva, con el paquete Sportline se acentúa ligeramente la faceta dinámica del Octavia. Otra cosa que tienen las versiones Sportline son unos asientos delanteros con el reposacabezas integrados y un contorno que sujeta mejor el cuerpo que los asientos más básicos.