Suzuki Grand Vitara (2006) | Conducción fuera de carretera

El Grand Vitara tiene ciertas cualidades que hacen de él un coche interesante para circular fuera de asfalto. La principal de ellas es que lleva un sistema de tracción total con diferencial central bloqueable y reductora, algo de lo que carecen la mayoría de sus alternativas. Este sistema de transmisión no lo puede tener la versión con el motor gasolina menos potente.

La principal limitación en circulación por campo es la suspensión que, con un recorrido poco amplio, dificulta su uso en zonas difíciles. No obstante, en este sentido no es peor que coches como el Toyota RAV4.

Tiene cuatro modos de funcionamiento seleccionables mediante un mando giratorio que hay en la consola (imagen): tracción desconectada (N, que tiene poca utilidad), marchas largas (4H), marchas largas con el diferencial central bloqueado (4H-Locked) y marchas cortas con el diferencial central bloqueado (4L-Locked).

En condiciones normales, asfalto seco o suelo no deslizante, hay que utilizar el programa «4H». En estas condiciones de buena adherencia, el diferencial reparte un 57 por ciento de la fuerza a las ruedas traseras (imagen).

Si se va a circular por barro o nieve es posible hacer solidarios los semiejes delantero y trasero bloqueando el diferencial (para ello hay que seleccionar los modos «4H Lock» o «4L Lock»). De este modo, nos aseguramos de que, aunque las ruedas de un mismo eje no tengan tracción, siempre llegará fuerza a las del otro (imagen).

En pistas en buen estado el Grand Vitara es ágil. Además permite circular a un ritmo rápido con mucha seguridad, ya que el control de estabilidad no permanece desconectado a más de 30 km/h por hora (excepto si hemos conectado la reductora) y se encarga eficazmente de que el coche no pierda la trayectoria (salvo en casos imposibles). El control de estabilidad entra en funcionamiento con mayor antelación que en un Toyota RAV4 o un Chevrolet Captiva, por lo que a algunas personas el Suzuki les podrá parecer menos divertido y a otras, más seguro.

La suspensión es firme y limita notablemente los movimientos de la carrocería. De este modo evita que, al pasar rápidamente por una loma en la pista, cabecee y acabe golpeando los bajos de la parte delantera contra el suelo. Esta suspensión firme, aunque tiene una cierta capacidad de absorción, lo hace más incómodo.

Cuando el terreno se complica este Suzuki saca ventaja de su sistema de transmisión, con relación a otros todo terreno ligeros más pensados para carretera.

Hay ocasiones, por ejemplo al subir por una rampa pronunciada con poca adherencia, o cuando dos ruedas de distinto eje no tienen tracción, en las que un coche de sus características no puede avanzar o tiene muchas dificultades para hacerlo. Eso se debe a que los dispositivos electrónicos que hacen las veces de diferenciales bloqueables pueden frenarlo (disminuyen la potencia del motor) hasta impedir que siga avanzando. Parte de este inconveniente se debe a la poca fuerza que tienen los motores turbodiésel recientes a bajo régimen.

En el Grand Vitara normalmente basta con conectar el modo «4L Lock» (hay que hacerlo con el coche detenido y pisando el freno y el embrague) para superar esa zona. Cuando la conectamos, no sólo evitamos el problema de la falta de fuerza para iniciar la marcha (se conecta la reductora) sino que, además, el control de estabilidad se desconecta, dejando que actúe únicamente el de tracción.

Cuando entra en funcionamiento el control de tracción, frena la rueda que patina pero no reduce la fuerza del motor.

Todo esto sólo es posible si tiene el control de tracción y estabilidad, porque sino el coche puede quedarse sin avanzar con las ruedas que no tienen adherencia girando libremente (como se puede ver en esta imagen). Desafortunadamente, Suzuki no ofrece ninguna versión del Grand Vitara de tres puertas que lo lleve, ya que sólo está disponible en dos versiones con carrocería de cinco puertas y motor Diesel.

Ya que tiene reductora, habría sido más útil una reducción un poco mayor (la que tiene es de 1,97 a 1). De esta manera se evitaría abusar del embrague para pasar por las zonas más difíciles.

Las cotas de todo terreno (se pueden ver en nuestra ficha técnica) son suficientes para el uso que se le puede dar, la principal limitación en este sentido es el ángulo ventral. La altura al suelo es 200 mm, menos que algunos todo terreno y más que la que tienen los orientados a carretera y caminos.

Suzuki Grand Vitara (2006) | Conducción en carretera

El Grand Vitara está más próximo a un todo terreno como el Jeep Cherokee que a aquellos que, aún con ciertas capacidades para circular fuera del asfalto, están enfocados a un uso mayoritario sin salir de él, como un BMW X3.

Por tanto, aquellos que por ocio u obligación transiten por caminos en muy mal estado y no puedan o quieran adquirir otros modelos más costosos y de mayor tamaño —como un Toyota Land Cruiser, por ejemplo— encontrarán en este Suzuki un coche que posiblemente satisfará sus necesidades.

A pesar de este enfoque, el Grand Vitara se desenvuelve suficientemente bien por todo tipo de carreteras.

En las que son rápidas, transmite mucha confianza a quien lo conduce porque da sensación de aplomo y pisa bien.

En las más lentas, el límite lo marca la escasa adherencia lateral de los neumáticos (Bridgestone Dueler H/T de medidas 225/65 R17). A partir de un cierto límite no muy alto, es patente que el coche se desliza hacia el exterior de las cuatro ruedas a la vez y de forma progresiva.

En cualquier caso, el Grand Vitara sigue con cierta precisión las instrucciones que le damos con el volante y los pedales: entra bien en curva y no se descoloca demasiado al decelerar bruscamente cuando está apoyado.

La suspensión es mucho más dura que la del Honda CR-V, que se balancea bastante, y algo más que la de un Toyota RAV4. Que sea así perjudica el confort, que es inferior a estos modelos. A pesar de ello, mantiene una buena capacidad de absorción.

El tacto de la dirección es bueno, ligeramente duro y transmite mucha más información que la de modelos como el Opel Antara o el SsangYong Rexton II. La asistencia es de tipo eléctrico. En las ocasiones en las que hay que manotear el volante con mucha rapidez se endurece mucho (parece que se queda sin asistencia).

Los frenos, de disco delante y tambor detrás, son mejorables por tacto del pedal (la parte inicial del recorrido del mismo casi no es efectiva) y porque se calientan con facilidad si se les somete a un trato algo exigente. Las distancias de frenada son similares a las de otros modelos semejantes.

La versión con el equipamiento JLX-EL, el más abundante y el que hemos tenido la oportunidad de probar, trae de serie control de estabilidad. Su programación y forma de actuar me han parecido buenos en asfalto: da un pequeño margen antes de entrar en funcionamiento y corrige de manera satisfactoria el subviraje. Este dispositivo es opcional en los JLX-A y JLX-E, y no está disponible en el resto.

También tenía faros de xenón para las luces cortas (en el resto de las versiones no están disponibles ni opcionalmente). Me ha agradado mucho el resultado que dan: iluminan intensamente, el haz es muy ancho y el paso de la zona iluminada a la que no lo está es progresivo.

La visibilidad hacia atrás no es muy buena, debido a la poca superficie acristalada que tiene el portón y a que parte de ella está tapada por la rueda de repuesto. En un coche así, sería muy interesante poder contar con un sensor de obstáculos trasero o una cámara de video.

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