En esta primera toma de contacto con el BMW X5 he tenido ocasión de conducir un modelo 4.4 con el motor V8 de 286 caballos que equipaba el paquete deportivo. Reconozco que el coche me ha gustado e, incluso, me ha sorprendido. Sorprendido porque parece mentira que un coche de este tamaño, altura y peso (2.095 Kg.) sea capaz de abordar las curvas con tanto aplomo y sorprendido también porque en el campo me ha parecido mucho más eficaz y ágil de lo que creía dado que no está hecho para uso puro y duro en campo.
Con semejante motor y unos enormes neumáticos de 255 mm de anchura delante y 285 mm detrás sobre llantas de 19 pulgadas, rodar en carretera es pura delicia. El X5 4.4i permite mantener unos cruceros muy altos con una sensación de aplomo elevada. Al disponer de un coeficiente aerodinámico Cx de 0,36 y no tener el limitador de velocidad, la punta puede llegar hasta los 230 km/h, algo que no he llegado a probar pero que me puedo creer, dado el empuje de sus 286 caballos.
El paquete deportivo incorpora unas suspensiones más duras que dejan notar su eficacia cuando llegamos a una carretera repleta de curvas. La tendencia inicial del X5 4.4i es subvirar a la entrada a la curva más de lo normal, pero luego entra en ella con agilidad. La programación del control de estabilidad permite que el coche deslice ligeramente, lo que apreciarán más los que pretendan practicar una conducción «deportiva» que quienes no lo hagan. Sin embargo, cuando detecta una pérdida excesiva de adherencia, el sistema estabiliza la marcha con rapidez.
La dirección me ha parecido lenta. Con 3,4 vueltas de volante entre topes obliga a girar mucho el volante para marcar la trazada de las curvas, aunque el grado de asistencia es acertado y el diámetro de giro no es demasiado grande (12,1 metros).
El cambio automático Steptronic permite jugar con las marchas en zonas de curvas con simples toques de la palanca hacia delante y detrás para cambiar y reducir. El funcionamiento y accionamiento de este cambio secuencial desarrollado por ZF es una maravilla.
En el campo, el BMW X5 parecía un vehículo más apropiado para surcar pistas de tierra que para afrontar zonas agrestes. Sin embargo, el impresionante funcionamiento del sistema ABD-X nos ha hecho cambiar de parecer. Este sistema, que frena las ruedas que se quedan sin agarre, permite salir de situaciones apuradas a pesar de que el corto recorrido de las suspensiones las deja en el aire con frecuencia, y de que los neumáticos no son las más apropiados para campo.
En un recorrido todo terreno, sometimos al BMW X5 a comprometidos cruces de eje que dejaban dos ruedas en el aire y el ABD-X se encargó de transmitir la motricidad a las ruedas que tenían tracción para poder salir de semejante situación.