La conducción del BYD Dolphin Surf es más satisfactoria que la de un Leapmotor T03 y mucho más que la de un Dacia Spring. Se percibe como un coche más grande, más estable y mejor asentado. Los mandos de gobierno, como la dirección y los pedales del acelerador y el freno, tienen un tacto al que no cuesta habituarse. En lo que respecta a la frenada regenerativa, hay dos niveles: normal y fuerte. Ninguno da una retención elevada y ninguno sirve para realizar una conducción de pedal único. Además, para cambiar de uno a otro ha de realizarse a través de un menú en la pantalla central (un engorro).
Que no sea tan corto y estrecho como el Spring y el T03 puede que sea una desventaja puntual en algún aparcamiento particularmente minúsculo. Pero el Dolphin es un vehículo pequeño (3,99 metros de longitud y 1,72 de anchura) y extraño será el caso en que esto suceda. Además, el BYD puede llevar un equipo de cámaras (de buena resolución) para dar una visión de 360 grados del entorno, mientras que el Dacia y el Leapmotor solo disponen de cámara posterior.
A pesar de ser sensiblemente más largo que un Spring, su diámetro de giro es prácticamente idéntico (9,9 metros del BYD frente a 9,6 metros del Dacia). Eso sí, la dirección del Dolphin Surf tiene menos desmultiplicación y bastan 2,75 vueltas de volante para ir de un extremo a otro de la cremallera de la dirección. En el Dacia hay que dar casi tres vueltas y media.
El aislamiento acústico del habitáculo es superior al del Spring y el T03, pero no es este un apartado en el que el BYD sobresalga. Es simplemente correcto. A baja velocidad no tengo nada que objetar, pero a 110-120 km/h el ruido que penetra en el interior es elevado, sobre todo el de procedencia aerodinámica. La suspensión es confortable en términos generales (a veces el eje posterior responde con algo de sequedad), mejor que la del Spring y el T03, y controla razonablemente bien los movimientos de la carrocería en situaciones normales de conducción; no he hecho ninguna maniobra brusca o de emergencia.
No me atrevo a realizar una comparación de la dinámica de conducción con respecto al Hyundai Inster porque no tengo sus sensaciones tan recientes. Pero revisando mis notas, me aventuro a decir que es posiblemente el coche al cuál más se parezca. El Inster tiene puntos a su favor, como menos vueltas de volante entre topes y más modos de ajuste de la frenada regenerativa (que incluye un modo Auto y uno de pedal único) y otros en su contra, como una dirección y un pedal de freno con peor tacto. Por pisada y aislamiento acústico son similares.
He conducido la versión de 156 CV. A pesar de esa potencia y del «poco peso» (1390 kg; este es el peso en vacío, sin contar con el conductor), no tiene una salida vertiginosa desde parado. Es como si BYD hubiera regulado la curva de entrega de potencia para hacerla dulce los primeros metros, incluso en el modo de conducción Sport. Una vez llega a los 20 o 30 km/h, su empuje se ajusta más a lo que uno podría esperar de un vehículo pequeño de más de 150 CV. Sea como fuere, no es un coche lento. Según BYD acelera de 0 a 100 km/h en 9,1 s y alcanza 150 km/h de punta. Pocas veces, sobre todo en un entorno urbano, echaremos en falta más brío.
En el recorrido que hice con el BYD Dolphin Surf por los alrededores del centro de Madrid (Casa de Campo, M-30, Carretera del Pardo, etc.) el consumo medio fue de 13,0 kWh/100 km. Me parece apropiado para las condiciones del tráfico (despejado) y el estilo de conducción (normal-ágil), con alguna aceleración puntual a fondo.
Hay tres modos de conducción —Eco, Normal y Sport— que cambian ligeramente el ajuste de algunos parámetros como la respuesta del motor al acelerador, la asistencia de la dirección y el tacto del pedal del freno. Por otra parte, hay una función pensada para cuando el asfalto está resbaladizo (por nieve o hielo) que relaja un poco la intervención del control de tracción y permite que las ruedas derrapen un poco para ayudarnos a salir desde parado.