BYD Han (2023) | Impresiones de conducción
El BYD Han es un coche cómodo. Esta sentencia se podría utilizar como titular porque es lo más reseñable de sus cualidades dinámicas. Es cómodo tanto por cómo trabajan muelles y amortiguadores como por el buen resultado que BYD ha conseguido aislando la carrocería de la suspensión, evitando que se transmitan las vibraciones producidas por el contacto del neumático con el asfalto.
También es silencioso, no a un nivel sobresaliente pero sí como para que viajar en él resulte agradable a pesar de que los ruidos de rodadura y aerodinámico están presentes. A diferencia de otros modelos de esta categoría, el Han no cuenta con ventanillas laminadas para mejorar el aislamiento.
Por su potencia (517 CV) podría parecer que se trata de un coche deportivo, pero no lo es. Es un coche con una capacidad de aceleración muy grande y buena estabilidad, pero en conducción deportiva no se acerca a un Porsche Taycan en reacciones ni sensaciones. La suspensión es blanda, aun en el ajuste deportivo, y la carrocería se mueve apreciablemente en los cambios de apoyo, tanto en sentido transversal (balanceo) como en el longitudinal (cabeceo). Si se elige el modo de conducción Sport (los otros dos son el normal y uno para superficies con baja adherencia) la respuesta de los motores es muy brusca; cuesta dosificarla y salir rápido de una curva de manera limpia, sin tener que hacer correcciones.
Hemos medido 2,9 segundos para que el Han pase de 80 a 120 km/h, el mismo tiempo que un BMW M340i berlina, un coche de gasolina que tiene 347 CV. Dos coma nueve segundos es muy poco, un tiempo cercano a los 2,7 segundos del Audi e-tron GT de 530 CV. En cambio, un Taycan GTS de 598 CV es mucho más rápido (2,0 s).
Los frenos —con discos y pinzas Brembo en las ruedas delanteras— tienen buen tacto y aguantan adecuadamente un uso exigente aunque la deceleración que hemos medido, aunque buena, no es sobresaliente (52,6 m para detenerse desde 120 km/h). Durante la conducción es posible elegir dos niveles de retención eléctrica, uno estándar y uno más intenso (que no evita tener que usar el pedal de freno). En ningún caso se puede avanzar por inercia sin que los motores opongan resistencia.
La sensación que transmite al volante este BYD es la de ser un coche sólido, bien construido. No se oyen crujidos en los baches ni ruiditos al circular por pavimentos adoquinados, por ejemplo.
Su uso en ciudad es realmente agradable. A la finura y agilidad de respuesta intrínsecas de un vehículo eléctrico se suman la suavidad de la suspensión, una dirección que se mueve sin esfuerzo y la ausencia de ruido. En este entorno, tan solo el tamaño y lo poco que gira (diámetro 12,3 metros) pueden ser un inconveniente. Otros coches de su tamaño tienen o pueden tener dirección en las ruedas traseras para reducir el espacio que necesita para girar, no es el caso del Han.
Los asistentes de conducción son numerosos y varios de ellos de funcionamiento mejorable, como el asistente de luces largas —que no identifica muchas veces tanto a los vehículos que vienen de frente como a los que circulan por delante— o el de centrado de carril, que actúa a impulsos y va colocando el Han en el carril casi como una pelota golpeando contra las paredes de un tobogán; además está función no se activa si se circula a más de 120 km/h de marcador (es decir, a 122 km/h ya no está operativa). Sus alternativas han resuelto mejor este apartado de las ayudas a la conducción.