El Citroën C5 Aircross 2025 conserva, sin duda, el tacto característico de la marca. Lo más destacable de este SUV es lo suave que resulta su suspensión y lo bien que absorbe las irregularidades. Posiblemente sea uno de los coches más cómodos del mercado, no sólo entre los de precio similar, sino incluso frente a modelos bastante más caros. Citroën vuelve a utilizar amortiguadores con topes hidráulicos.
En este C5 Aircross se pueden montar unas llantas de 20 pulgadas (antes hasta 18"), que son las que estaban presentes en las unidades que he conducido. Aunque no es un coche especialmente adecuado para circular por terrenos con dificultades, la distancia libre hasta el suelo es buena, de 200 mm.
El C5 Aircross es, ante todo, un SUV enfocado al confort. Por ello, quien prefiera un modelos con suspensión más firme y conducción más directa, probablemente se encontrará más cómodo en un Ford Kuga o un Renault Austral.
La suspensión trabaja muy bien porque, aunque la primera parte del recorrido es muy suave, la segunda es más firme. Gracias ello ocurren dos cosas. La primera, que la mayor parte de las irregularidades llegan muy bien atenuadas a los ocupantes; la segunda, que los movimientos que describe la carrocería no llegan a ser excesivos cuando se toma una curva a una velocidad muy elevada o se realiza una frenada muy fuerte. No ocurre lo mismo, por ejemplo, en un Citroën C4, donde el cabeceo y el balanceo son mucho más exagerados.
He conducido la versión híbrida enchufable de 194 CV. Ofrece tres modos de funcionamiento seleccionables desde un mando entre los asientos: Sport, híbrido y eléctrico. En el híbrido, el sistema combina los motores de gasolina y eléctrico según las circunstancias. Aunque la batería tenga mucha carga, el motor de combustión suele entrar en funcionamiento incluso cuando el conductor demanda poca demanda de aceleración. El paso de un motor a otro se produce de manera suave y apenas perceptible. En el modo de conducción híbrido, las levas tras el volante permiten cambiar de marcha.
El Citroën C5 Aircross Plug-in Hybrid 195 tiene buena capacidad de aceleración incluso con la batería descargada. Cuando se pisa a fondo el acelerador, la entrega de potencia no es brusca ni inmedita, sino que sucede de forma progresiva. Al principio, puede dar la impresión de que falta potencia, pero realmente es así. Una vez que ha pasado ese instante inicial, el C5 Aircross gana velocidad con soltura. En esos momentos de máxima demanda de aceleración, el ruido del motor de gasolina resulta muy evidente en el habitáculo y puede llegar a ser algo molesto.
El modo totalmente eléctrico es el más recomendable para recorridos urbanos, ya que el motor ofrece potencia de sobra para moverse con agilidad en estos entornos. En este caso, las levas permiten regular la frenada regenerativa, en tres niveles. En el de menor retención, el coche avanza muchos metros por su inercia cuando se levanta el pie del acelerador.
También he probado la versión eléctrica de batería grande, con 231 CV, que llegará al mercado a finales de año. Sus prestaciones permiten circular con gran agilidad en todo tipo de situaciones y, aunque la tracción es delantera, no he notado que las ruedas patinen al acelerar con fuerza (no digo que no pueda ocurrir, pero no será lo habitual en un uso cotidiano). El tacto del freno es bueno y permite dosificar correctamente la frenada y detener por completo el vehículo sin sacudidas (esta cacterística también la tiene la variante híbrida enchufable).
De momento no podemos dar una opinión concluyente sobre el consumo porque las pruebas las realizamos por carreteras que no son las habituales. En un recorrido que combinaba carreteras de segundo orden generalmente lentas (no tanto por que tuvieran muchas pendientes o curvas, sino porque eran muy estrechas) y alredededores de la ciudad, el consumo estuvo sobre los 20,5 kWh/100 km conduciendo con relativa agilidad (pero no con brusquedad) y sobre 17,5 kWh/100 km de forma eficiente.