Como cualquier Diesel moderno, el Xsara es capaz de mantener una velocidad alta en carreteras donde no hay condiciones desfavorables, como fuertes rampas, curvas cerradas o mucho tráfico. A diferencia de muchos Diesel modernos (y todos los antiguos) puede hacer eso con un nivel de ruido bajo y sin apenas vibraciones. Con tráfico despejado o poca intención de recuperar la velocidad inmediatamente tras una pequeña retención, es un coche muy agradable de conducir.
Cuando las condiciones no son tan favorables o está muy cargado, hay que contar con que son 90 CV y no más. Esto le pasa también a otros Diesel, como el Almera, el Focus o el Mazda 323. Le pasa menos al Mégane dCi, al Astra dTi o a cualquiera de los dos León TDI (especialmente al 110). Para hacer un buen adelantamiento con un coche como éste hay que preverlo bien y tomar mucha carrerilla. No es que sea lento en términos absolutos, es que la impresión de velocidad que da en una carretera favorable es mucho mayor de la que realmente tiene cuando hay que adelantar en una difícil.
Para adelantar no merece mucho la pena estirar el motor por encima de 4.500 rpm, aunque en marchas cortas es posible llevarlo por encima de ese régimen. Lo que cae la potencia a partir de ahí difícilmente compensa lo que gana de régimen el motor al cambiar de marcha.
El consumo es normal para un coche de esta clase. Con una conducción mínimamente cuidadosa por carretera baja de 8 l/100 km/h. Si hay muchos desniveles y a un ritmo más bien rápido para las posibilidades del coche (media real de 160 km/h), el consumo queda entre 9 y 10 l/100 km. Para calcular el consumo hay que contar con un error de cuentakilómetros de casi un cinco por ciento.