Con el Ebro S700 pasa como con el Jaecoo 7 o con el Omoda 5: es un coche que dinámicamente no sobresale en nada, pero que tampoco tiene fallos de gran relevancia que lo hagan menos recomendable que otros modelos de características similares. No es el más cómodo, ni el más ágil, ni el que tiene mejor calidad de rodadura o el que está mejor aislado del ruido exterior, pero en esas y otras facetas cumple perfectamente y hacen que en el día a día sea agradable de utilizar. Tiene cosas mejorables, como todos, pero en general es un buen coche familiar para ir del punto A al punto B sin contratiempos.
No es casual que, al volante, recuerde a los mencionados Jaecoo 7 y Omoda 5 porque son productos del mismo fabricante (Chery) y que comparten la mayor parte de elementos mecánicos y estructurales (incluida la plataforma, el motor y la caja de cambios). Se trata, por tanto, de un coche estable, que reacciona con mucha seguridad ante imprevistos (en nuestras pruebas de esquiva y eslalon obtuvimos unos resultados ejemplares; vídeo), cómodo (sin recurrir a una suspensión especialmente blanda) y con unas prestaciones más que suficientes como para moverse con agilidad en todo tipo de circunstancias (habrá quien eche en falta más empuje en momentos puntuales, pero no es lo normal).
El motor de gasolina de 147 CV funciona con una suavidad normal (ni es de esos que parecen estar apagados a ralentí ni de los que vibran al acelerar con intensidad) y el ruido que genera —no especialmente bonito—, solo se percibe con claridad en el habitáculo cuando gira muy alto de vueltas. Eso sí, el consumo de combustible no es uno de sus puntos fuertes. En un uso mixto, alternando tanto la autopista como la ciudad y las carreteras de segundo orden, el ordenador de viaje suele indicar cifras en el entorno de los 9,0 l/100 km, que es un dato elevado.
En nuestro recorrido de consumo comparativo por autopista —detalles del mismo— tampoco obtuvo unos resultados buenos: los 8,5 l/100 km registrados durante el mismo (ya añadido el error del ordenador de viaje) fueron superiores a los de alternativas como el Renault Arkana E-Tech (6,5 l/100 km), el SEAT Ateca 1.5 TSI 150 CV (7,8 l/100 km), el Toyota Corolla Cross 140H (6,7 l/100 km) o el Nissan Qashqai DIG-T 158 CV (6,7 l/100 km). También el Omoda 5 gastó menos el mismo recorrido (tanto el fase 1 de 186 CV como el fase 2 de 147; 7,7 y 7,9 l/100 km, respectivamente), al igual que el Jaecoo 7 de idéntica potencia (aunque con tracción total, que es un elemento que habitualmente supone un hándicap de cara al consumo; 9,0 l/100 km en este caso).
Las prestaciones son correctas; las que se esperan de un motor de esta potencia montado en coche de este tamaño y peso. Según nuestras mediciones, esta versión del S700 necesita un mínimo de 7,4 segundos para acelerar de 80 a 120 km/h, un dato que se queda a medio camino entre los 7,9 s que medimos para el Jaecoo 7 con el mismo motor pero con tracción total y los 6,9 s del Omoda 5 fase 2 (mismo motor), un coche algo más pequeño y ligero. Frente a otras alternativas de características similares también está en una posición intermedia: tanto el Renault Arkana E-Tech de 143 CV como el Subaru Crosstrek de 136 CV necesitaron más tiempo para completar la misma maniobra (8,8 y 9,3 s, respectivamente), mientras que los SEAT Ateca 1.5 TSI de 150 CV y Alfa Romeo Tonale de 160 CV necesitaron menos (6,5 y 6,3 s, respectivamente).
Se trata, por tanto, de un motor correcto en cuanto a prestaciones y algo gastón. La caja de cambios a la que va asociado es siempre la misma: una automática de doble embrague con siete relaciones que suele funcionar bien, pero que igualmente tiene algún aspecto mejorable. Hace su trabajo con discreción en un uso cotindiano y sosegado, pero resulta lenta ante una demanda de potencia repentina (al pisar a fondo le cuesta mucho elegir la marcha adecuada) y que no se adapta bien al tipo de conducción practicado. Además no admite un uso manual, ya sea mediante unas levas —no tiene— o mediante movimientos en la propia palanca —no los admite—, una función con la que si cuenta su «primo-hermano» el Jaecoo 7.
No es el único aspecto a mejorar en la dinámica del Ebro S700: la dirección está muy asistida, una característica que puede ser incluso deseable en ciudad, pero que en otro tipo de vías resulta incluso desagradable. Además no aporta ningún tipo de información sobre el estado de adherencia de los neumáticos y, por tanto, resta confianza a la hora de circular a una velocidad media o elevada (no solo en carreteras con curvas, también en autopista, donde se siente «inerte»). Con el tiempo es probable que uno se acostumbre a estas peculiaridades y que pasen más desapercibidas en un tipo de conducción normal (de hecho puede que no supongan un problema para mucha gente), pero inicialmente resultan llamativas y no especialmente agradables.
El S700 tiene tres modos de conducción seleccionables desde un mando circular que hay entre los dos asientos delanteros: Eco, Normal y Sport. Cada uno de ellos modifica el funcionamiento de la dirección, la caja de cambios o la sensibilidad del pedal del acelerador. Con el que más cómodos nos hemos encontrado es con el Normal; el Eco hace que el coche tenga una respuesta muy pobre y que el motor gire a muy pocas vueltas, donde apenas tiene fuerza. Y el Sport todo lo contrario, dando como resultado unas aceleraciones demasiado bruscas y repentinas, además de llevar al motor a un régimen más bien alto (cuando no siempre es necesario).
El sistema de frenos tiene un rendimiento correcto, tanto por resistencia al uso intensivo continuado (no hay problemas a la hora de bajar un puerto de montaña incluso con el coche cargado, por ejemplo), como por distancias de frenado (medimos 52,9 metros para detenerse desde 120 km/h, que es un buen dato).