El Fiesta ST es un coche con el que se puede circular rápido en carreteras de curvas disfrutando de la conducción. La suspensión, la dirección, el cambio y las ayudas electrónicas funcionan en armonía y ayudan a aprovechar toda la potencia que da el motor. La suspensión es más dura que la de un Fiesta normal (y deja la carrocería 15 mm más próxima al suelo) lo que se nota con claridad cuando se circula sobre asfalto en mal estado o al sobrepasar baches. Para lo dura que es no resulta del todo incómoda, pero hay que acostumbrarse a los movimientos rápidos que transmite. Un Renault Clio RS, un Peugeot 208 GTI o SEAT Ibiza SC CUPRA son más cómodos y, por tanto, preferibles para aquel que busque un coche pequeño rápido lo más confortable posible.
El lado positivo de esta pérdida de confort está en la agilidad de movimientos que tiene en carreteras reviradas. La carrocería apenas balancea en las curvas y el tiempo que transcurre entre que se gira el volante y el coche hace apoyo es muy breve. Además, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de sus alternativas, el Fiesta redondea algunos giros al levantar bruscamente el pie del acelerador lo que lo hace más ágil y, para algunas personas, divertido. En este sentido me recuerda al Opel Corsa OPC que probamos hace varios años (en 2007), un modelo también ágil aunque algo más incómodo por suspensión.
Por sus reacciones, el Fiesta ST no me ha parecido en ningún momento menos seguro que el resto. Los movimientos son previsibles y progresivos, nada de brusquedades que sorprendan al conductor y lo pongan en aprietos. Además, el control de estabilidad hace muy bien su trabajo, actuando sólo cuando debe e intentando pasar, en la medida de lo posible, desapercibido. Es posible desconectarlo y también es posible llevarlo activado con un programa llamado «sport» que retrasa su funcionamiento. Por lo bien que funciona y lo poco que interviene si se conduce con finura, yo lo he llevado siempre conectado en el modo normal.
No obstante, sea cual sea la posición del control de estabilidad, el sistema electrónico «eTVC» siempre está activo. El «eTVC» permite acelerar antes y con más fuerza a la salida de las curvas sin que aparezca el subviraje. Lo hace frenando la rueda delantera interior sin reducir la velocidad del coche. En estas circunstancias, sin un sistema similar, lo habitual es que el coche abra su trayectoria con respecto a la indicada con el volante (fenómeno conocido como subviraje).
La dirección también ayuda a que la conducción del Fiesta ST sea gratificante. Es suficientemente rápida, precisa y de buen tacto. Además, no tiene la sensibilidad de la del Focus ST y no tiende a girar a un lado cuando se acelera a fondo. La desmultiplicación (13,7 a 1) es menor que en el resto de la gama y los brazos de unión son más cortos. La palanca de cambios tiene recorridos de longitud normal y suficiente precisión para que no sea fácil errar en la introducción de las marchas.
El motor tiene un funcionamiento sobresaliente por suavidad y por cómo entrega la potencia, de forma gradual y contundente conforme ascienden las revoluciones. Llega hasta las 6500 revoluciones por minuto con rapidez y mucha fuerza —momento en que se produce el corte de inyección— y da la impresión de que podría seguir subiendo de vueltas por la facilidad con que alcanza ese régimen. A régimen bajo también tiene fuerza suficiente para mover el Fiesta ST con agilidad, lo que se agradece cuando se está conduciendo de forma relajada y no apetece cambiar de marchas, especialmente en ciudad.
Según nuestras mediciones, es algo más lento acelerando de 80 a 120 km/h que la mayoría de sus rivales, tanto los que son más potentes —Clio RS, 208 GTI—, como los que lo son igual —SEAT Ibiza CUPRA, Polo GTI y Škoda Fabia RS—. Durante la prueba del Fiesta ST hemos tenido el 208 GTI y esa diferencia de aceleración es inapreciable en carretera.
Independientemente de que sea unas décimas más lento o no, el motor del Fiesta transmite que estamos conduciendo un coche rápido, no sólo por cómo entrega la fuerza, si no también por cómo suena. Ford utiliza un sistema llamado «Sound Symposer» que transmite (y amplifica) algunas frecuencias (las bajas) del ruido del motor al habitáculo. Todos los que hemos conducido el coche coincidimos en que es un sonido atractivo pero que puede resultar pesado en viajes largo, puesto que a poco que se aumenta la carga sobre el acelerador, la intensidad del sonido es elevada.
En el recorrido por autovía que utilizamos como referencia para comparar el consumo, el ST ha gastado 6,9 l/100 km según el ordenador del coche. No sabemos cual es el consumo real porque el sistema de llenado del depósito del Ford impide hacer la medición con precisión. En un uso mixto más o menos normal (entendiendo que ni se va usando siempre la máxima aceleración ni todo lo contrario) por ciudad, alrededores, carretera y autovía, el ordenador de consumo mostraba cifras cercanas a 9,5 l/100 km.
El sistema de frenos está compuesto por discos de 278 mm de diámetro en el eje delantero y de 253 mm en el trasero. Es el único Fiesta que tiene discos de freno en el eje trasero, ya que el resto de la gama tienen tambores. En nuestra medición de frenada, en la que hay que detener el coche desde 120 km/h ha recorrido 53,2 metros. No es mucho pero tampoco es un resultado sobresaliente. El SEAT Ibiza CUPRA lo hizo en 51,7 m. El tacto del pedal y la resistencia de los frenos a la fatiga son buenos.