La suspensión delantera es una estructura de doble brazo. Detrás hay un eje rígido (la misma solución que tienen el resto de versiones del Ranger, pero con muelles helicoidales en vez de ballestas) con un paralelogramo de Watt para controlar los movimientos transversales (vídeo explicativo de este sistema en un Opel Astra).
El movimiento vertical de las cuatro ruedas está regulado por unos amortiguadores FOX Live Valve. Son de 2,5 pulgadas (es la medida del diámetro del tubo) y se emplea en ellos un aceite con Teflón que reduce la fricción un 50% respecto a los del Raptor 2019.
Estos amortiguadores tienen un sistema de control pasivo y otro activo. El pasivo son unas válvulas en las paredes del cilindro por el que se mueve el émbolo que se abren o cierran dejando un mayor o menor retorno de aceite. Cuanto más comprimido está el amortiguador, menor paso de aceite para volverlo más rígido y evitar que pueda acabar haciendo tope; en cambio, si el desplazamiento es pequeño, se permite un mayor flujo de aceite para incrementar el confort. El elemento de control activo es una electroválvula situada en un elemento anexo al tubo principal. Esta electroválvula permite un ajuste más preciso de la firmeza necesaria en cada instante y puede anticiparse en los saltos gracias unos sensores de extensión que hay que cada brazo de la suspensión (imagen).
El Ford Ranger que se vende en España se fabrica en la plata tailandesa de Rayong.