Si consideramos conjuntamente estabilidad y confort, creo que no hay ninguna berlina de este tipo mejor que el Mazda6.
Desde el punto de vista de la estabilidad, el Mazda6 CRDT tiene todo lo que se puede pedir: el tacto de dirección hace muy fácil dirigir al coche y sentir cómo responde. Su respuesta en curva es siempre muy buena: entra muy bien y es sensible al uso que se haga del volante o el acelerador en el apoyo, pero sin brusquedad. La suspensión absorbe muy bien los baches, el movimiento vertical de las ruedas ni sacude a los pasajeros ni afecta a la trayectoria.
El control de estabilidad sujeta muy bien al coche, pero deja un ligero margen para que el conductor pueda notar que está conduciendo por encima del límite de adherencia (sea voluntariamente o no). Como todos estos sistemas, controla muy bien el sobreviraje y, además, también limita el subviraje en la medida de lo posible. Es de los que, en caso de subviraje, frena alguna rueda delantera. El testigo del control de estabilidad parpadea antes de que efectivamente entre en funcionamiento.
Lo he conducido principalmente sobre suelo húmedo y con neumáticos Bridgestone Turanza ER30, que en esta ocasión me ha parecido mejores que otras veces (en el Opel Vectra), quizá porque los del Mazda son de código V y los que he llevado anteriormente eran H. En todo caso, si buscara más estabilidad (aún) probaría con algún otro a la hora de cambiarlos.
La impresión que me da esta suspensión es que tiene un sistema muy eficaz de amortiguación variable; realmente no es así, lo que debe tener son unos amortiguadores muy buenos.
En movimientos rápidos de rueda transmite muy poco movimiento a los pasajeros. En movimientos amplios de la carrocería hay un vaivén vertical un tanto sorprendente al principio. No es cabeceo, sino un movimiento vertical de toda la carrocería. Con este movimiento, da la impresión de que el coche va flojo de amortiguación, pero lo cierto es que no es así. Cuando el coche está fuertemente apoyado en una curva rápida y pasa sobre alguna irregularidad del suelo no hay rebote; la suspensión la absorbe perfectamente.
En el recorrido que hago por carretera de sentido único trato de conseguir una media de 150 km/h, siempre de acuerdo con las posibilidades del coche y del tráfico. En algunos coches tengo que estar pendiente para mantener ese ritmo, en otros es muy fácil conseguirlo. Hay también algunos, con buenas prestaciones y respuesta al acelerador, en los que tengo que tener cuidado para no ir demasiado rápido por las rectas. En el Mazda6 el cuidado lo tenía que tener para no ir más rápido por las zonas de curvas, por lo fácil y agradable de conducir que es.
Otra cualidad que hace del Mazda6 un coche muy fácil de llevar es su tacto de frenada. No tiene un recorrido muerto, desde el principio frena de forma muy progresiva y potente. De esta manera, resulta muy fácil determinar cuánta velocidad va a perder el coche o dónde se va a quedar parado (si es eso lo que se busca).
Mi compañero Víctor M. Fernández se encontró con que los discos de la versión 1.8 que probó se alabearon con facilidad. La unidad del CRTD que he conducido ya los tenía ligeramente alabeados al cogerlo (con poco más de 5.000 km), pero no sé el uso que le habían dado antes.