El interior del MG ZR 160 está algo desfasado en aspectos como el puesto de conducción, la funcionalidad, equipamiento, habitabilidad y capacidad de maletero. El puesto de conducción es cómodo, pero hay algunos aspectos mejorables: uno, que el volante queda ligeramente lejos en su parte superior; dos, que la posición de los pedales hace casi imposible realizar el punta-tacón (el pedal de freno baja mucho y el pedal del acelerador se queda muy lejos); tres, algunos mandos están muy bajos y requieren mover mucho la vista para accionarlos (como la radio) y otros tienen una posición inadecuada (los mandos de los elevalunas se encuentran junto al freno de mano en una posición algo escondida).
Los asientos delanteros de corte deportivo aportan una excelente sujeción lateral; el del conductor tiene reglaje en altura y regulación del apoyo lumbar. También el volante es regulable en altura y está forrado en piel, al igual que el pomo de la palanca de cambios. La tapicería de los asientos está parcialmente forrada en cuero y tiene algunos elementos decorativos tintados en el mismo color de la carrocería.
La visibilidad es buena y la instrumentación se lee con facilidad, aunque en un deportivo como el ZR 160 se echa en falta algún indicador más (por ejemplo de temperatura y presión de aceite). Los faros, de doble parábola, dan una buena iluminación y los antiniebla actúan bien como "cuneteros", ayudan a ver mejor el interior de las curvas.
El MG ZR tiene el espacio justo para acomodar a cuatro adultos, pero nada más. Detrás, la altura libre al techo y el espacio para las piernas es justo para personas de talla media y escaso para alguien alto. En la parte central hay un abultamiento en el suelo que, sin ser tampoco muy prominente, limita algo el espacio para los pies. Un buen detalle es que tiene de serie cinturones de seguridad de tres puntos para las cinco plazas, otro malo es que los reposacabezas traseros son opcionales.
Tampoco parece grande el maletero, más que por su capacidad (304 litros), por su forma poco aprovechable, condicionada por el espacio que roban la suspensión trasera. A diferencia del ZR que probamos en Inglaterra (con un kit antipinchazos), nuestra unidad de pruebas tenía una rueda de repuesto de emergencia, aunque sigue habiendo hueco para poner una rueda de tamaño normal. Los asientos traseros son abatibles por partes (70/30), pero sólo se abate el respaldo y no queda una superficie de carga con fondo plano, sino que hay un escalón pronunciado entre el piso del maletero y el respaldo abatido.
El MG ZR tiene un agradable material mullido en la parte superior del salpicadero y las puertas, pero plástico duro en la parte inferior y en la consola central. El remate de algunos plásticos es mejorable, así como el ajuste de algunas piezas. Por ejemplo, el plástico utilizado en la guantera es algo cutre y en su interior quedan a la vista los materiales de insonorización y parte del cableado. Sin embargo, a lo largo de nuestra exigente prueba no han aparecido ruidos molestos por falta de ajuste y todo se ha mantenido sólido en su sitio, algo destacable teniendo en cuenta la dureza de la suspensión.
El equipamiento tiene lo necesario pero se queda algo escaso comparado con otros modelos similares. Tiene elevalunas y retrovisores eléctricos, cierre centralizado con mando a distancia, aire acondicionado, reglaje en altura de faros desde el interior, alarma antirrobo, doble airbag frontal, ABS, llantas de aleación de 17", faros antiniebla y tapicería parcialmente en cuero, pero adolece de ciertos elementos disponibles ya en otros pequeños deportivos, como los airbag laterales, ordenador de viaje, sensor de lluvia, navegador, climatizador o control de estabilidad. No tiene ni siquiera un simple y práctico lector de mapas. Por otro lado, el interior es poco funcional y se echan en falta más huecos o guanteras donde alojar pequeños objetos, algo cada vez más habitual en cualquier coche moderno.