El trabajo de puesta a punto del MG ZR 160 me ha parecido realmente bueno para practicar una conducción muy deportiva. Se ha equilibrado muy bien todo el conjunto, consiguiendo una respuesta muy eficaz de las suspensiones, dirección y frenos (más información sobre los cambios realizados en el bastidor).
Las suspensiones del ZR tienen un reglaje muy duro, pero absorben bien las irregularidades del firme, de forma que mantienen siempre el contacto del neumático con el suelo. Las concesiones al confort son mínimas, a cambio de ofrecer un coche extremadamente rápido y ágil en todo tipo de carreteras, aunque también algo exigente al volante.
No es exigente porque sea difícil de conducir, sino porque requiere la atención permanente del conductor, dada su rapidez de reacciones. La dirección (2,75 vueltas entre topes) es extremadamente rápida y directa; a la mínima insinuación sobre el volante está ya marcando el giro. Esto, unido a unas suspensiones tan duras, nos obliga a tener mucho tacto sobre el volante cada vez que pasamos por algún bache de la carretera. De lo contrario, es fácil que el coche se nos mueva y tengamos que corregir la trayectoria con el volante. Aunque esta explicación puede dar sensación de "peligro al volante", no es así; simplemente obliga a anticiparnos siempre a los acontecimientos para mantener la línea correcta y también a llevar siempre las dos manos sobre el volante para tener un mayor control.
El aplomo del ZR sobre el asfalto es sobresaliente. La dureza de las suspensiones y la vivacidad del conjunto requieren una trazada precisa y mucha finura al volante, pero la estabilidad se encuentra a un nivel difícil de superar. En carreteras con curvas, a la mínima indicación del volante, el eje delantero entra en apoyo y se inscribe con mucha rapidez en el giro. El eje trasero se apoya también con mucho agarre y el coche se muestra muy neutro de reacciones. Si lo provocamos o levantamos el pie bruscamente del acelerador en pleno apoyo, las ruedas traseras también llegan a deslizar, aunque de forma progresiva. Incluso, se aguanta muy bien en frenadas en apoyo, ayudado además por el antibloqueo de frenos. La dureza de suspensiones y sus anchos neumáticos de perfil muy bajo (205/45 R17) aportan tan buen agarre que también contribuyen a hacer sus reacciones más vivas y rápidas, lo que obliga a anticiparse a sus movimientos, hay que ir siempre por delante de ellos. Esto no es una reacción exclusiva del MG ZR 160 sino de cualquier coche con un planteamiento tan deportivo como éste (los coches de carreras son muy eficaces, pero también muy exigentes de conducir al límite).
En una conducción fina, las ruedas van por el sitio, se siente mucho el agarre de los neumáticos en pleno apoyo (nuestra unidad de pruebas tenía Pirelli P Zero Asimmetrico) y el eje delantero entra con mucha eficacia por donde apuntemos con la dirección, mientras que el eje trasero nos deja "jugar" lo justo para inscribir el coche por donde queremos. Subjetivamente es difícil de comparar, pero me ha parecido, probablemente, el deportivo de su categoría que tiene las reacciones más vivas y rápidas (que no violentas), las suspensiones más duras y el aplomo más rígido, conjunto que obliga siempre a prestar atención en la conducción.
Lo que tiene de estable lo tiene de incómodo. En mi primera toma de contacto con el ZR en Inglaterra, no me pareció confortable, pero tampoco insufrible. Sin embargo, después de estar unos días probándolo, lo cierto es que hay que sentirse "joven" en cuerpo y alma para aguantar su rigidez en el uso diario. En carretera vamos permanentemente botando en cada bache y ondulación, aunque afortunadamente sus asientos delanteros de tipo bacquet recogen bien el cuerpo. También es un coche ruidoso, por el elevado sonido del motor y por los ruidos aerodinámicos y de rodadura que se producen al ir rápido.