El habitáculo del Micra acusa el paso de los años desde que fue concebido. Los coches actuales tienen otro aspecto y también otras posibilidades. No hay lugares donde dejar bien colocados objetos pequeños, monedas para los peajes, el mando para el garaje, las llaves de casa o de la oficina, la tarjeta o el ticket del peaje o las gafas de sol o de ver.
El volante se regula en altura con desplazamiento máximo no muy amplio, pero suficiente. En otros modelos hay más recorrido, sin embargo el volante queda muy inclinado en la posición más alta.
Aparte de la escasez de lugares donde depositar objetos, el salpicadero no está cuidado en los remates. No se trata del ajuste de las piezas realizado en fábrica, sino de un diseño antiguo, que deja huecos a través de los cuales se ven cables, palancas e interioridades que hoy en día ya están escondidas a los ojos de los ocupantes. Las palancas no resultan duras ni incómodas de accionar (salvo la que permite modificar la altura del volante), ni la instrumentación se lee mal.
Otro aspecto negativo es la estrechez del habitáculo. En nuestra lista de mediciones de coches pequeños el Micra va situado en el último lugar del apartado de anchura de las plazas delanteras. En las plazas posteriores queda mejor clasificado, así como en la cota de longitud. Pero nunca llega a situarse entre los mejores. Es ligeramente más corto que alguno de sus rivales (Clio, Fiesta o Punto) y casi de idéntico tamaño que el Volkswagen Polo. Por ello se puede considerar que deja un buen espacio para las piernas (frente a sus rivales) pero no para los hombros. Una ventaja añadida para el espacio de las piernas de los pasajeros sentados en el asiento posterior es que los pies caben cómodamente debajo de los asientos delanteros.
Algún detalle más, como el acceso a las plazas traseras (en la versión de tres puertas), requiere una revisión. La banqueta del asiento delantero no se mueve al abatir el respaldo del asiento delantero, por lo que el espacio para acceder al asiento posterior es justo y el hueco por el que deben pasar los pies es muy estrecho. El maletero se abre desde el interior con una palanca o mediante la llave directamente sobre el portón, pero no tiene manecilla. Dentro de él, la chapa queda desnuda tanto en el interior del portón como en el montante transversal sobre el que cierra la puerta.