El Peugeot 508 SW me ha parecido un coche muy estable en cualquier tipo de carretera, sea lenta o rápida, tenga el asfalto en perfecto estado o esté muy bacheado. Una prueba de ello es que en nuestro recorrido habitual por una carretera de montaña el control de estabilidad ha entrado en funcionamiento muy pocas veces. Es un coche fácil de conducir porque responde con rapidez a las acciones del conductor y no tiene reacciones bruscas: si el coche está apoyado en una curva y el conductor levanta bruscamente el pie del acelerador por que se asusta, la parte trasera del coche se mueve ayudando a que no se produzca un subviraje y facilita seguir por la trayectoria correcta. Ese movimiento es de poca amplitud, suave, se produce sin que la carrocería se balancee y no llega a descolocar el coche.
Que el asfalto esté deteriorado supone más una pérdida de confort —no solo porque los baches agiten a los ocupantes sino también porque el volante da pequeñas sacudidas, que son de menor intensidad que en otros Peugeot que hemos conducido recientemente, como son el 308 y el 5008—.
Al igual que el 508 berlina que ya habíamos probado, el familiar no es un coche en el que prime el confort de suspensión. Ésta es algo firme, más que modelos como un Citroën C5 Tourer y un Toyota Avensis Cross Sport. No estoy diciendo que sea un coche incómodo sino que los hay que son mejores en este aspecto. En cualquier caso, el equilibrio entre confort y estabilidad no es malo.
Un inconveniente del 508 SW es que gira poco, algo que se hace evidente al maniobrar en un garaje. El diámetro de giro entre paredes (es el espacio que necesita para dar media vuelta, un giro de 180º) es 12,3 m, mucho. Es más que el que emplea un Citroën C5 (12 m), un Ford Mondeo (11,6 m), un Renault Laguna (11,6 m) y un Mercedes-Benz Clase E Estate (11,3 m; es más largo y tiene tracción trasera; los coches de tracción trasera giran más).
Para ayudar en las maniobras hay sensores de detección de obstáculos en el paragolpes delantero y trasero. Y un sistema que mide el espacio disponible para aparcar advirtiendo al conductor si el coche cabe (da distintos avisos, indicando el grado de dificultad según el espacio). Lo que no puede tener es una cámara trasera, un elemento muy recomendable no solo porque facilita las maniobras, sino por la seguridad que aporta al maniobrar marcha atrás.
1.6 THP 156 CV
El motor de gasolina de 156 CV me ha gustado. Responde con suficiente rapidez al manejo del pedal del acelerador, funciona con suavidad y se oye poco dentro del coche.
Comparado con un Diesel de potencia pareja, la mayor diferencia que se nota (además de las vibraciones y el ruido) es que a este de gasolina le cuesta más acelerar el coche en marchas largas, algo que se aprecia a la hora de hacer un adelantamiento o recuperar velocidad, por ejemplo cuando se quita un camión de delante. Según nuestras mediciones, el Peugeot 508 SW 1.6 THP acelera de 80 a 120 km/h en 6,6 segundos, el mismo tiempo que emplea un Renault Laguna 2.0 dCi de 150 CV. En cambio, en la recuperación en sexta, el Laguna es 2,6 segundos más rápido: 12,1 frente a 14,7). El motor Diesel del Renault, sobrealimentado por turbocompresor como el de gasolina del Peugeot, tiene un par máximo de 340 Nm, frente a 240 Nm, además de ser un coche más ligero.
Al compararlo con modelos de gasolina sale bien parado: el Audi A4 Avant 1.8 TSI 160 CV con cambio manual aceleró en 6,3 s y recuperó en 14,6 s. El desarrollo en sexta del Audi y el Peugeot es muy parecido: 46,2 y 45,3 km/h cada 1000 rpm, respectivamente. Un Toyota Avensis de 147 CV es considerablemente más lento (8,0 s y 23,8 s en las mismas mediciones).
El consumo de gasolina que hemos medido en nuestro recorrido comparativo por autovía —trayecto de ida y vuelta, 143 km, a una media real de 120 km/h y conduciendo con suavidad, tratando de mantener la carga del motor lo más constante (dejando que pierda velocidad en las subidas y compensándola en las bajadas)— ha sido 7,1 l/100 km.
El único modelo de gasolina comparable del que tenemos datos en este mismo recorrido es un Avensis de 147 CV que gastó 7,9 l/100 km. El 508 berlina que probamos tenía el motor Diesel de 140 CV gastó 6,4 l/100 km pero esta versión ya no está a la venta (ahora hay una de 163 CV).
No me ha terminado de gustar el tacto de la palanca del cambio, bueno para una conducción normal y algo lento en una rápida (tal vez era una característica concreta de nuestra unidad). Tampoco me he acostumbrado al del pedal del embrague, con muy poco recorrido efectivo lo que hacía complicado conducir con suavidad en ciudad.