Walter Röhrl, campeón del mundo de Rallies en 1980 y 1982, trabaja para Porsche como piloto probador. Sus opiniones son respetadas y está continuamente viajando para probar en diferentes condiciones los futuros modelos. Por esta relación con Porsche, normalmente acude a las presentaciones a la prensa. Lo encontré al bajar de probar el Carrera con frenos cerámicos y le comenté que no sabía el motivo, pero que me parecía ligeramente más duro que las unidades con frenos normales.
Röhrl me dijo que no, que en estos coches no hay opción de suspensión deportiva como sí hay en los Cupé. «Sin embargo —me dijo— sí es cierto que las unidades con frenos cerámicos, como llevan mucho menos peso en las ruedas (5 kg menos en cada una) son más ágiles de respuesta y pueden dar la sensación, pero sólo la sensación, de que la suspensión es algo más dura».
Animado con la respuesta, le pregunté si le importaba darme una vuelta. «Inmediatamente» me contestó, tan disponible y afable que me sentí mal; me dio miedo estar abusando. «Lástima que no haya carreteras con curvas cerca de aquí, hay que irse un poco lejos. Bueno no —continuó— esta mañana he encontrado una con la bicicleta que tenía varias curvas y no está lejos. Vamos para allá».
Se sentó en el coche del que me había bajado yo, con frenos cerámicos, echó el asiento hacia atrás y salió muy despacio. Por el camino le comenté que la caja de cambios me había parecido excelente. Me contestó que a él también le gustaba mucho, que se notaba que los recorridos de la palanca eran un 15 por ciento más cortos y que era muy rápida y muy suave. Con esta caja ¿quién quiere la automática? Le pregunté. «Es verdad, hasta que llegue la automática con dos discos de embrague, la mecánica es muy preferible». ¿Una caja tipo DSG, como la del Grupo VW? «Sí, llevamos muchos años trabajando con una caja así. La he probado en el Golf GTi y va de maravilla. En Porsche hace 20 años que trabajamos sobre esa solución, yo hice las primeras pruebas en 1.984. Sí, Porsche sacará una caja de ese tipo. No puedo precisar cuándo».
La conversación nos llevó hasta la carretera de curvas. Recuerdo que cuando yo era muy joven, los periodistas especializados alababan su finura al volante. En la primera curva lo demostró. Me quedé pasmado, trazó la curva como si conociera la carretera de toda la vida. Había pasado con la bicicleta por la mañana, pero por cómo me lo dijo era la primera vez que pasaba en coche. Iba muy rápido, más de lo que yo imaginaba que fuera a ir en una carretera abierta al tráfico, con trazadas perfectas. De pronto dice «Lo más impresionante es lo fácil que se conduce rápido este coche». Yo no me atrevería a decir eso, pero estoy de acuerdo si lo que se refiere es a que se puede ir muy rápido con facilidad. Yo no diría lo mismo si a lo que se refiere es que es muy fácil sacarle a este coche todo su potencial.
«La suspensión delantera es un 10% más blanda que en el cupé —continuó—. A mi juicio para el Cabrio es mejor. Se consigue más comodidad y mantiene buena estabilidad. Pero está claro que quien prefiera un deportivo puro tiene que elegir el cupé».
Durante las curvas, apenas hablamos. Al acabar le comento que se le ve disfrutar. «Sí. Eso no ha cambiado. Es como hace 35 años. Con un coche deportivo y en una carretera de curvas, mucho mejor si está cerrada al tráfico, claro, me divierto mucho. No ha cambiado nada. Disfruto mucho al conducir».
Veo que no desconecta el control de estabilidad, tengo la curiosidad y se lo pregunto «¿Para qué? ¿Has notado que haya entrado en algún momento? Sólo lo desconecto sobre nieve. Nunca sobre asfalto. El control de estabilidad normalmente sólo entra cuando conduces mal o cuando te equivocas. Si conduces con suavidad, aunque vayas muy rápido, no entra. Y es mucho más seguro llevarlo».