He conducido cuatro versiones diferentes del nuevo Astra que llega al mercado español en abril: el turbodiésel de 1,9 litros y 150 CV, el de gasolina de 1,6 litros y 105 CV (con cambio Easytronic) y, también de gasolina, el 2 litros turboalimentado de 170 CV. La versión de gasolina de 125 CV la conduje durante unos minutos sobre un circuito realizado con conos en la pista de un aeropuerto. El resto de versiones en carretera abierta al tráfico. El motor turbodiésel sobre asfalto seco y el resto sobre asfalto mojado.
La sensación general al conducir el Astra es satisfactoria para el conductor por su buena estabilidad. Sus reacciones resultan predecibles y progresivas. Entra bien en la curva, lo que no impide que se muestre subvirador al acelerar en la salida de las curvas. Noté este efecto claramente con el motor de gasolina de 170 CV sobre asfalto mojado. Tiene un comportamiento típico de un tracción delantera. Además, si se provoca, parece que el eje posterior puede ayudar a redondear la curva, pero no estoy completamente seguro, porque este efecto lo noté principalmente en un circuito artificial y no en una carretera abierta al tráfico.
La dirección me ha gustado, aunque no es igual en todas las versiones. Con el motor 1,9 turbodiésel de 150 CV y los dos motores de gasolina más potentes, la desmultiplicación es de 14 a 1 (más bien rápida). Con el resto de motores, la desmultiplicación es de 15 a 1. Con los motores más potentes el volante sólo gira 2,5 vueltas de tope a tope y con los otros motores gira 2,7. En cualquier caso se obtiene el mismo diámetro de giro.
Sólo he tenido oportunidad de probar en una carretera bacheada y con curvas el motor 1,6 de 105 CV, con cambio «Easytronic», pero llovía con abundancia y el piso era una sucesión de charcos. La dirección no resulta lenta (con este motor, que es la más lenta de las posibles) y con el piso mojado y encharcado da mucha sensación de tranquilidad porque se nota perfectamente lo que sucede entre ruedas y asfalto.
Ese motor de 105 caballos funciona con suavidad y suficiente potencia; el cambio automático, en función manual, reduce las marchas también con suavidad. Para pasar a una marcha superior conviene ayudarlo y levantar el pie del acelerador. No estoy seguro de que así cambie más rápido, pero sí de que resulta más cómodo porque se evitan las sacudidas. La combinación entre el motor 1,6 y el cambio Easytronic me pareció una excelente opción para quien no pretenda que el coche rinda como un deportivo. Las ruedas de esta versión eran unas Continental Premium Contact, de 205 mm de ancho en llanta de 16 pulgadas y un perfil de 55.
Tuve poca oportunidad de probar la estabilidad de la versión turbodiesel de 150 CV y por tanto no soy capaz de decir si el mayor peso del motor sobre el eje delantero resulta apreciable en la conducción y hace que sea menos ágil en la entrada de la curva. El motor tiene buena respuesta y el único inconveniente que encontré es que quizá habría que haber insonorizado un poco más, para amortiguar el sonido del motor. El cambio de seis marchas del Astra parece apropiado para este motor si bien los recorridos de la palanca son ligeramente largos y no resulta rápido. Los neumáticos que llevaba este coche eran unos Continental Sport Contact 2 en medidas de 225/45, en llanta de 17 pulgadas.
El motor de gasolina de 170 CV entrega la potencia con abundancia desde bajas revoluciones y empuja con fuerza, por lo que se tiene una sensación de aceleración notable. Me pareció suave de funcionamiento, con una excelente entrega de potencia y silencioso. El chasis está muy bien adaptado a la potencia del motor y sus movimientos resultan predecibles y progresivos (para un coche de esta potencia), con una elevada velocidad de paso por curva, incluso con la carretera bien mojada y con las llantas de 18 pulgadas, 225 mm de anchura y perfil 40 que llevaban las unidades que probamos.