El apoyo lumbar, que no es regulable, resulta demasiado pronunciado y en la zona posterior de las banquetas delanteras, hay un resalte que a mí no me ha permitido sentirme cómodo cuando he colocado el asiento en la posición más baja.
En un viajé a Málaga desde Madrid, todo de un tirón salvo para echar gasolina, acabé con dolor de espalda en la zona lumbar. A la mañana siguiente no me quedó más remedio que cambiar la posición del asiento. Finalmente, con el asiento situado en la posición más alta, con las piernas mejor apoyadas sobre la banqueta, sin tanta presión de la zona lumbar sobre el respaldo, me encontré mejor. Al día siguiente, de regreso a Madrid, ya no me dolió la espalda, pero eso sí, a cambio de ir sentado en una postura que no es la que yo hubiera elegido para conducir si no me doliera la espalda.
No hay huecos en el salpicadero para dejar cosas pequeñas, salvo un hueco cuadrado debajo de la radio, en el que no se mete bien la mano. Profundo y estrecho.
En la consola central hay un portabotes y unos lugares longitudinales a ambos lados del freno de mano, útiles para llevar un bolígrafo y poco más. No hay un lugar cómodo para dejar la cartera, las llaves o monedas. O la dejas en una zona muy adelantada de la consola central o en una zona muy retrasada.
En el salpicadero, consola y volante el plástico es negro y duro, con aspecto no disimulado a plástico. Pero todos los elementos está bien rematados y en un conjunto sobrio. La sensación es de solidez.
No hay espejo en el quitasol del conductor, una carencia cada vez más rara.