El Škoda Fabia lo hemos probado más profundamente con neumáticos 185/65 R15. Al menos con estas ruedas, el Fabia responde bien en todas las circunstancias pero le falta un poco de agilidad porque no dan mucha adherencia. En este sentido, un Ford Fiesta o un Peugeot 207son superiores. Que el agarre de estas ruedas no sea alto también se queda patente en las distancias de frenado, que son más bien largas. Opcionalmente, puede venir con ruedas más anchas, que muy probablemente den más adherencia y precisión.
No tiene ni en opción una suspensión más dura (o deportiva); la que tiene de serie deja que la carrocería tenga movimientos muy amplios de balanceo y cabeceo. Aunque pueda llegar a ser excesivamente blanda para algunos, no nos parece inadecuada para un uso normal.
El Fabia es un coche indicado para carretera porque tiene un tacto de dirección bueno. Le ocurre como a un Volkswagen Polo, que esa puntual falta de agilidad se compensa parcialmente con una dirección que permite sentir bien el contacto con la carretera. Precisamente por eso, para desplazamientos fuera de la ciudad nos parece más indicado que un Toyota Yaris. Un Renault Clio nos parece superior al Škoda Fabia desde un punto de visto general porque puede ser ligeramente más estable en carreteras rápidas y algo más ágil en las lentas.
La versión que más hemos conducido del Škoda Fabia ha sido la que tiene motor Diesel 1.4 TDI de 80 CV. Con este motor, es uno de los utilitarios Diesel más ruidosos que hay, aunque también es uno de los que mejor relación tiene entre prestaciones y consumo.
Después de conducirlo durante muchos kilómetros en una semana uno se termina acostumbrando al ruido de su motor, pero quien sea sensible a la aspereza de los motores Diesel debe probarlo antes de tomar una decisión de compra.
Por ejemplo, un Clio 1.5 dCi con una potencia semejante es un coche mucho más silencioso que el Škoda. La aspereza que tiene se nota en la intensidad y tono del sonido que emite el motor. Sin embargo no se aprecian muchas vibraciones en los pedales o en el volante.
Sus 80 CV cunden porque el motor tiene mucha fuerza. Una cosa llamativa de esta versión no es su capacidad de aceleración máxima (que es buena), sino que tiene fuerza en casi cualquier circunstancia (salvo para salir desde parado). De hecho hay poca diferencia entre adelantar apurando el motor hasta su límite o hacerlo en una o, incluso, dos marchas más largas. Por ejemplo, en nuestra medición de aceleración de 80 a 120 km/h, tarda lo mismo (11,2 s) en tercera que en cuarta velocidad. Haciéndolo en quinta tarda únicamente 12,9 s. Es decir, para conseguir una aceleración próxima a la máxima no hay que utilizar mucho el cambio de marchas (como suele ocurrir en los motores de gasolina sin turbocompresor).
También hemos conducido el Fabia 1.9 TDI de 105 CV con nivel de equipamiento «Sport». Con este motor, el Fabia también hace un ruido elevado (pero menos que con los motores de tres cilindros) y gasta sorprendentemente poco en relación a la fuerza que tiene. Este motor 1.9 TDI resulta muy bueno incluso en un Škoda Octavia, mucho más grande y pesado.
La capacidad de aceleración extra que es capaz de dar la versión de 105 CV con respecto a la de 80 CV puede ser importante en carreteras de doble sentido con poco espacio para adelantar, sobre todo si se circula cargado.
El cambio manual que tienen estas versiones Diesel funciona con suavidad y las marchas entran sin problemas.
Los faros del Škoda Fabia no dan una iluminación buena ni en luces de cruce ni en las de carretera. Recurriendo a la lista de opciones, puede mejorar algo (poco) con los faros direccionales y el alumbrado lateral (estos elementos no hacen que el haz sea más largo y potente). El Fabia no puede tener faros de xenón ni en opción.
La dirección asistida es electrohidráulica y tiene la suavidad y dureza justas en cada momento. Su tacto es muy bueno.