El espacio interior no es grande, si bien se ha ganado ligeramente con respecto al A4 anterior. En la parte delantera se puede acomodar perfectamente una persona alta. Si viajan adultos en la parte posterior, sólo podrán meter los pies debajo del asiento si los asientos delanteros están algo elevados. En ese caso, las plazas traseras son más confortables.
En el equipamiento hay detalles impropios de un coche de este precio; los elevalunas posteriores eléctricos son opcionales y el asiento posterior no es abatible de serie. Ni siquiera dispone de un hueco a través del reposabrazos para introducir objetos largos. Si se quiere un asiento abatible hay que pagar 58.235 pesetas.
El maletero es grande y tiene una forma muy regular, por lo que el equipaje se puede distribuir con facilidad. Debajo de la moqueta está situada la rueda de repuesto, con llanta también de aleación y tamaño original. Para sacar la rueda de repuesto de su alojamiento hay que desenroscar el fijador de plástico durante muchísimas vueltas. Es habitual que las ruedas de repuesto estén fijadas mediante sistemas incómodos, que resultan odiosos en el momento de un pinchazo. El del Audi A4 no es el peor, ya que la ruedecilla se acciona con comodidad, pero no entiendo por qué utilizan una rosca tan larga, que lleva casi medio minuto para desenroscarla totalmente.
El climatizador, que es equipo de serie, funciona muy bien por su capacidad para mantener el ambiente constante y renovar el aire. No obstante, hay que seleccionar una temperatura más baja de lo normal para estar confortable, incluso cuando no da mucho el sol.
Hay suficientes huecos para vaciar los bolsillos y que todo quede a mano, además de para guardar cosas como el ticket del aparcamiento o la tarjeta del peaje. Prácticamente todos estos huecos están recubiertos de una superficie que facilita cogerlos, uno de los pequeños detalles en los que un A4 se distingue de otros coches.