El BMW 320d es casi un deportivo, por prestaciones, por estabilidad y por satisfacción al conducirlo.
A cambio de 29.600 €, un precio alto para el equipamiento que lleva, se puede tener un Diesel de 150 CV muy bueno en aceleración, consumo, ruido y vibraciones; con un equilibrio magnífico entre comodidad y estabilidad, respaldado por el control de estabilidad; con un puesto de conducción que se ajusta como un guante a los diferentes gustos; y que puede dar unas sensaciones al volante muy satisfactorias.
El esmero con el que BMW diseña y fabrica los coches es palpable en este 320d. Todo está colocado perfectamente en su sitio, los mandos tienen la dureza y tacto que más agradable hacen la conducción, los asientos sujetan bien el cuerpo y son de dureza perfecta para realizar muchos kilómetros. No hay nada en este coche que no cumpla perfectamente su función con sobriedad.
No tiene de serie elementos como el elevalunas eléctrico para las puertas posteriores, el respaldo abatible del asiento posterior o la alarma. A mi juicio, es una decisión acertada. Considero que es mejor que los fabricantes no incluyan en el precio de serie unos elementos que quizá al propietario no le sirvan de nada. Eso sí, hay coches que cuestan mucho menos, y tiene eso y más cosas que le faltan al 320d en el equipamiento de serie.